El líder de Wagner ha llamado a la rebelión y entrado en Rusia, donde sus mercenarios controlan ya las instalaciones militares de Rostov. La tensión interna entre el Kremlin y los mercenarios estalla así tras semanas de escalada. Ya en mayo, Yevgueni Prigozhin lanzó un ultimátum a Moscú, harto de luchar sin la munición necesaria en la ciudad ucraniana de Bajmut.

En un vídeo, el líder de los mercenarios rusos apuntaba ya entonces directamente al ministro de Defensa Shoigú como responsable de las muertes de miles de soldados por no enviar más armamento al frente y amenazaba con abandonar sus posiciones en el frente de Bajmut.

Tampoco aquella era la primera vez que compartía con Putin sus recelos sobre la invasión porque se había convertido en su confidente, incluso para asuntos de Estado. Comenzó a enriquecerse ofreciendo su potencial militar, el mayor entre los políticos rusos, a cambio de minas de oro en África. Su pasión por este material, que solía robar de adolescente a mujeres a las que asaltaba por la calle, le llevó a prisión. Nueve años en la Rusia aún soviética. Antes, había fracasado como futuro atleta profesional.

Pero lo que realmente le llevó a amasar una fortuna de más de 1.000 millones de euros fue el negocio de la restauración en el que se inició vendiendo perritos calientes, en la calle. Y de ahí a fundar una empresa de catering que acabaría firmando suculentos contratos con el Kremlin para surtir a escuelas y al propio Ejército ruso. Su cadena de lujosos restaurantes fue su siguiente negocio. Acabó convirtiéndose en el capricho favorito de Putin, al que se encargaba de servir él personalmente.

Su siguiente fuente de ingresos fue la llamada Agencia de Investigación de Internet, lo que se conoce como una 'granja de trolls', que le puso en el punto de mira del FBI. Fue el primer empresario ruso en reconocer que interfirió en las elecciones de EEUU de 2016. Igual que negó durante años relacionarse con el grupo de mercenarios que ahora lidera, Wagner, y que él mismo fundó durante la guerra del Donbás, en 2014. Fue el elegido de Putin, el verano pasado, después de los sucesivos fracasos de las fuerzas rusas en los primeros meses de invasión.

¿Qué fue lo primero que hizo tras ser nombrado? Recorrer las cárceles rusas reclutando presos que reforzaran sus tropas. Les prometió la libertad si cumplían seis meses a su servicio como mercenarios de Wagner. Y eso que la ley rusa lo prohíbe. Pero también les amenazó con ejecutarles si acababan siendo desertores.

Su próxima aspiración es ser presidente de Ucrania. Es su próxima meta con la que desafiaba entre bombas al actual líder ucraniano. Anunció su intención de postularse como candidato a las generales de 2024. De enfrentarse a Zelenski y a su predecesor. Si gana, dice, no se necesitarán misiles.