Ivan Okhlobystin, actor y una de las celebridades rusas más fieles a Putin, llamó a la Goida, una especie de guerra santa rusa. "Hay una palabra en la Rusia antigua. 'Goida', es una llamada a la acción inmediata. Necesitamos un grito de guerra como ese. ¡Que nos teman, gente del viejo mundo", ha dicho.
Es uno de los mensajes más brutales que se escucharon en la Plaza Roja de Moscú el día de las celebraciones por las anexiones ilegales de Ucrania. Pero, ¿quién es Ivan Okhlobystin?
Fue la estrella en ese concierto pero sobre todo en el cine y la televisión rusos desde los 90. Su papel más popular, fue como protagonista de la versión rusa de Scrubs, la popular sitcom americana.
Lo ha probado todo, hasta la política. O al menos, lo ha intentado. Ya se veía como sustituto de Putin, por el disuelto partido 'Causa Justa', vinculado con el Kremlin, que él mismo fundó, pero no llegó a formalizar su candidatura.
Tiene prohibida su entrada en Ucrania, Letonia y Estonia. La extravagancia acompaña cada una de sus apariciones, también en redes sociales. Incluso cuando él mismo se fotografía posando así con uno de sus 6 hijos.
Se retiró un tiempo de las pantallas a un monasterio para convertirse al sacerdocio ortodoxo, del que fue expulsado por su papel en una película. Interpretaba un papel un tanto cómico de un santo por el que la Iglesia consideró que violaba sus cánones. Desde entonces, tiene prohibido vestir cruz y sotana de sacerdote.
Se define a sí mismo como un 'nacional-patriota', solo hay que bucear en su fototeca para imaginar cómo piensa. En aquel programa electoral que nunca llegó a serlo, figuraba una campaña de "limpieza" para "reconstruir una nación rusa" entre muros de hierro.
También presume de ayudar al régimen sirio con lo que saca de sus libros. Pero si por algo lo conocimos los medios internacionales fue por una de sus contribuciones a una Rusia radicalmente homófoba.
Por la propuesta de Bruselas
El pescado fresco de España, en peligro: productos de Argelia, Marruecos y Túnez podrían reemplazar al producto local
Las consecuencias Bruselas propone reducir los días de pesca en el Mediterráneo de 130 a 27 para proteger la biodiversidad marina, pero podría poner en riesgo 17.000 empleos y dejar a miles de familias con ingresos insostenibles.