Las recientes declaraciones del presidente francés, Emmanuel Macron, sobre la posibilidad de enviar tropas a Ucrania, han sacudido el tablero político europeo. Gobiernos de todo el continente, incluido España, se han apresurado a desmentir oficialmente tales afirmaciones, negando cualquier plan de intervención militar en el conflicto ucraniano.
La sorpresiva mención de Macron, nunca antes insinuada por Francia en dos años de guerra, sugiere una táctica deliberada: la aplicación de la teoría del 'hombre loco'. Esta estrategia, que busca ganar ventaja en negociaciones mostrándose dispuesto a tomar medidas extremas, parece ser la carta jugada por el presidente francés.
La táctica de Macron no es única en la arena política internacional. Desde Vladimir Putin hasta Javier Milei y Muammar Gaddafi: diversos líderes han empleado esta estrategia para proyectar poder y determinación en los últimos años.
Richard Nixon es uno de los ejemplos. Fue el arquitecto de esta estrategia durante la guerra de Vietnam, intentando asustar a los soviéticos y norvietnamitas con la amenaza de un ataque nuclear. Al proyectar una imagen de imprevisibilidad y extrema determinación, Nixon buscaba forzar una negociación favorable con Ho Chi Minh, llegando a desplegar bombarderos nucleares cerca de la Unión Soviética.
Donald Trump adoptó un enfoque similar, amenazando a Corea del Norte con "fuego y furia" en un intento de parecer impredecible y peligroso. Kim Jong Un, por su parte, ha perfeccionado esta teoría, proyectando a Corea del Norte como una potencia dispuesta a todo, en una apuesta por la seguridad y el respeto internacional.
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