En la esfera internacional, la figura de Vladímir Putin se destaca por su empeño en modernizar el impresionante arsenal heredado de la URSS, posicionando a Rusia como la segunda mayor potencia militar global. Frente a este titán, la OTAN, con EEUU a la cabeza, sostiene la mayor parte del poder defensivo occidental. Sin embargo, surge la interrogante sobre la verdadera capacidad de Europa, por sí sola, en el ámbito militar.

Al mirar hacia Europa, encontramos que su fuerza no es despreciable. Entre los diez ejércitos más poderosos del mundo, dos son miembros de la Unión Europea: Reino Unido e Italia, ocupando el sexto y décimo lugar, respectivamente. Francia, con su notable arsenal nuclear y un presupuesto defensivo que asciende a 60.000 millones de dólares en 2023, sigue siendo una pieza clave en la defensa europea, aunque su posición global se vea relativizada por su influencia fuera del continente.

Alemania, que históricamente ha mantenido un perfil bajo en términos de inversión militar debido a su pasado, está cambiando de rumbo. Con un presupuesto récord de al menos 72.000 millones de euros destinados a defensa en este año, Alemania comienza a rearmarse, marcando un punto de inflexión en su política de seguridad.

Al comparar el poderío de la OTAN con el de Rusia, incluyendo a EEUU y Turquía, parecen superar en conjunto al gigante euroasiático. De hecho, la mayor parte de este poder reside al otro lado del Atlántico. Esto subraya una preocupante debilidad europea en términos de seguridad y defensa.

Aunque la OTAN cuenta con tres miembros dotados de armas nucleares, incluyendo a dos europeos (Reino Unido y Francia), la realidad es que su arsenal palidece en comparación con el de Rusia. Con cerca de 6.000 ojivas nucleares, Rusia posee capacidades devastadoras, incluyendo misiles balísticos intercontinentales y armas hipersónicas capaces de aniquilar ciudades enteras o incluso provocar tsunamis radiactivos. Un arsenal ante el cual solo EEUU podría presentar una resistencia efectiva.