'Demócratas de Suecia' es una formación nacionalista, xenófoba y racista. Se oculta, en cambio, en el logo de una inocente flor con los colores del país con la que intentan camuflar sus orígenes.

Un símbolo que cobra sentido, en cambio, al compararla con los logos de sus dos partidos que están en su origen: el de una cruz solar claramente filonazi y otro con un vikingo que sujeta un cartel en el que se lee: "Mantén sueca a Suecia".

Entre sus fundadores se encuentra un exmiembro de las SS tatuado con una esvástica en su brazo. La clara vinculación de 'Demócratas de Suecia' con el nazismo los mantenía en la marginación política, por lo que decidieron dulcificar su imagen. Así, borraron la simbología fascista y eligieron a Jimmie Akesson como cabeza de cartel, consiguiendo de este modo entrar en el parlamento sueco hace 12 años.

Su estrategia es calcada al resto de grupos ultras: lanzar un mensaje nazi sin que parezca que lo es. Así, llegaron a culpar a los emigrantes de robar el dinero a los pensionistas suecos y 4 años después doblaron sus resultados. En 2018 lograron ser la tercera fuerza más votada y este fin de semana se han convertido en el segundo partido con más apoyos de Suecia: 20,5% de los votos.

Pero, ¿cómo es posible que 'Demócratas de Suecia' no deje de crecer en un país referente mundial de la socialdemocracia? La clave está en su forma de sembrar el miedo contra los inmigrantes: les culpan del ascenso de la violencia que sufre el país en plena crisis de seguridad y auge de preocupación, ya que el propio Gobierno sueco admite que son el segundo país de la Unión Europea con más fallecidos por armas de fuego. De hecho, en lo que va de año han fallecido así 48 personas.