La estrategia electoral en Galicia ha sido objeto de análisis y especulación. Expertos como Lluís Orriols señalan que el electorado de izquierda ha votado con una coordinación sin precedentes en comparación con las elecciones de 2020. Esta disciplina votante desmiente la teoría de que el 1,9% de votos de Sumar, de no haberse, hubiera migrado en bloque hacia el PSdeG. La realidad sugiere un panorama mucho más complejo, donde el voto de Sumar se habría dispersado entre varias opciones.

Exploramos un escenario hipotético donde Sumar y PSdeG hubieran concurrido juntos a las urnas. Este análisis revela que, en las provincias de A Coruña, Ourense y Pontevedra, una alianza de izquierdas habría podido arrebatar tres escaños al PP, dejándolo justo por debajo de la mayoría absoluta.

Este giro de los acontecimientos hubiera transformado radicalmente el paisaje político gallego, con la formación de Gonzalo Pérez Jácome emergiendo como actor clave en la gobernabilidad de la Xunta. La posibilidad de que el PP perdiera su dominio absoluto se vislumbraba en el horizonte, aunque la realidad electoral nos devolvió a un escenario de estabilidad conservadora.

No obstante, más allá de las conjeturas, lo que queda claro es el impacto de la ley electoral vigente, que favorece de manera desproporcionada al PP. La sobrerrepresentación de las provincias conservadoras de Lugo y Ourense, junto con un umbral del 5% para obtener representación, configuran un sistema que deja en desventaja a partidos más pequeños. La diferencia en el 'precio' de cada escaño entre el PP y el PSdeG subraya aún más esta desigualdad