China ha emprendido un proyecto en el corazón del desierto de Taklamakán, en el oeste del país. La tarea: excavar un pozo de 11 kilómetros de profundidad, equivalente a la longitud de la emblemática Avenida Diagonal de Barcelona. Este esfuerzo no solo busca desentrañar los secretos ocultos en las profundidades de la Tierra, sino también satisfacer las necesidades energéticas y tecnológicas del gigante asiático.
La versión oficial apunta hacia la investigación geológica y la búsqueda de recursos naturales, como petróleo y gas natural. Sin embargo, desde laSexta Clave hemos hablado con el Instituto Geológico y Minero de España, y dudan de la viabilidad de encontrar petróleo a tales profundidades debido a las extremas condiciones de temperatura y presión, no porque no haya, sino por las condiciones, ya que suele extraerse a 6.000 metros de profundidad.
En cambio, especulan sobre otros posibles objetivos, como la exploración de energía geotérmica, una fuente de energía renovable con un potencial ilimitado que se produce en lugares calientes como fallas o volcanes. Además, se especula que China podría estar buscando materiales raros y vitales para la industria tecnológica, como elementos necesarios para la fabricación de motores, chips y computadoras.
Pero llegar a tales profundidades no es tarea fácil. El proceso implica comenzar con un pozo ancho que se estrecha gradualmente, reforzando las paredes para resistir el colapso. Actualmente, los trabajadores están atravesando diez estratos terrestres, alcanzando depósitos de rocas con una antigüedad de 145 millones de años. A medida que descienden, se enfrentan a temperaturas que pueden superar los 200 grados Celsius, desafiando los límites de la tecnología y la resistencia humana.
Aunque China busca respuestas y recursos a 11.000 metros bajo tierra, la verdadera pregunta sigue en el aire: ¿qué descubrimientos aguardan en las profundidades desconocidas, y a qué coste llegarán a ser alcanzados?
Según un estudio
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