De lo público a lo privado en un abrir y cerrar de ojos. Este es el último caso de puertas giratorias en España. A un lado de esa puerta está la Sareb, el llamado 'banco malo', uno de los inventos de Mariano Rajoy para juntar todo el ladrillo tóxico que no se podían comer los bancos y que se los comiera el Estado. Al otro lado se encuentra Blackstone, un fondo famoso por especular con la vivienda en nuestro país. Se estima que este fondo de inversión estadounidense tiene más de 30.000 propiedades en todo el territorio español. La mayoría se reparten entre Barcelona y Madrid. Entre los escándalos de abusos que acumulan, uno de los más sonados fue el pelotazo que dio en su día la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, al vender a Fidere (filial de Blackstone) 1.860 viviendas sociales a un precio mucho más bajo que el que el dictaba el mercado. Pese a la lucha incansable de los perjudicados, la Audiencia Provincial archivó la causa penal.

La persona que cruza esa puerta giratoria es Álvaro Areal. Así lo desvelaba el diario El Confidencial. El hasta ahora director adjunto de la Sareb pasa a trabajar para la filial española de Blackstone. Precisamente Areal fue uno de los impulsores del megaproyecto con el que la Sareb cedió la gestión de su capital inmobiliario a Blackstone y otro fondo buitre.

Apenas un año después de esta operación, Areal, su impulsor ficha por uno de los fondos beneficiados. El giro de la puerta ha sido veloz y certero. Estaba bien engrasada porque existen más ejemplos de puertas giratorias en la Sareb. El pasado verano su expresidente, Jaime Echegoyen se pasó a otra inmobiliaria: Haya Real State, otra empresa que había tenido relación con el llamado banco malo y hace unos años Belén Romana, la que fue la primera directora de la Sareb desde 2012 a 2015 fichó por el Banco Santander, el principal accionista privado de la Sareb. Puertas que giran alrededor de un invento que según Luis De Guindos no iba a costar ni un euro a los españoles y de momento ya nos ha costado 35.000 millones.