Un partido de perdedores
El PSOE de Madrid: tres décadas de crisis internas, derrotas electorales y una federación sin rumbo
La otra cara... A pesar de los fracasos y la falta de cohesión, muchos de los líderes derrotados del PSOE madrileño han sido recompensados con cargos en la Administración, perpetuando una cultura política de fracasos continuos.
Desde su fundación, el PSOE de Madrid ha sido testigo de una constante serie de crisis internas, fracasos electorales y luchas internas que han marcado su historia. Con casi 30 años en la oposición, esta federación socialistas se ha convertido en una de las más problemáticas del panorama político español.
Los números no mienten: el PSOE de Madrid ha sido tercera fuerza en las dos últimas elecciones autonómicas, con resultados cada vez más desalentadores. En este tiempo, ha sido necesario recurrir hasta en tres ocasiones a gestoras para tomar las riendas del partido, un reflejo de su falta de liderazgo y cohesión. La historia de la federación madrileña está plagada de una sucesión continua de candidatos y dirigentes sin peso ni capacidad para superar los desafíos, lo que ha llevado a una caída sin precedentes.
Uno de los momentos más críticos ocurrió en 2003, cuando Rafael Simancas estuvo a punto de lograr el Gobierno regional, gracias a un pacto con Izquierda Unida. Sin embargo, la traición de dos diputados trasfugas y la división interna le impidieron alcanzar la victoria. El PP, en una segunda convocatoria, revalidó su mayoría absoluta, dejando al PSOE madrileño sumido en una de sus peores derrotas.
Simancas aguantó hasta 2007, cuando fue forzado a dimitir tras otra derrota. Cristina Narbona asumió la dirección de la primera gestora, pero pronto sería relevada por Tomás Gómez, quien se convertiría en el nuevo líder. Gómez, para evitar errores del pasado, anuló cualquier oposición interna, rodeándose de fieles y tomando decisiones de manera unilateral. Su enfrentamiento con figuras clave del partido, como Rubalcaba y Zapatero, marcó la senda de su liderazgo, que culminó en la negativa a ceder a Trinidad Jiménez la primera posición en las listas a las elecciones autonómicas de 2011.
El resultado de esas elecciones fue el peor de la historia del PSOE madrileño, con una pérdida de seis escaños en comparación con 2007. Sin embargo, Gómez se mantuvo en su puesto durante años, desafiando la dirección nacional del partido hasta que Pedro Sánchez llegó a Ferraz. La era de Sánchez marcó un cambio en la estructura de la federación, que continuó su declive. A pesar de los esfuerzos por revitalizar la formación, el PSOE de Madrid siguió sin encontrar un líder que pudiera devolverle el rumbo.
En 2019, el partido logró una victoria simbólica con la figura de Ángel Gabilondo, quien, a pesar de no ser militante, aceptó la candidatura a la Asamblea. Sin embargo, ese éxito no fue suficiente para alcanzar el poder, y la federación seguía atrapada en una crisis perpetua.
José Manuel Franco y Juan Lobato, los últimos intentos por reflotar la tercera federación en militancia de España, no lograron cambiar el destino del PSOE de Madrid. A pesar de sus fracasos y conflictos internos, muchos de estos líderes perdedores han sido premiados por la dirección nacional del partido con puestos relevantes en la Administración, perpetuando así una cultura política de fracasos continuos.