Elizabeth Holmes, fundadora de Theranos, ha sido declarada culpable de fraude. La que fuera la gran promesa de Silicon Valley vendió que iba a revolucionar el mundo de la medicina con su empresa de análisis de sangre, pero ahora se enfrenta a una pena de hasta 20 años de cárcel.

Su empresa desarrolló una tecnología en apariencia revolucionaria, que supuestamente convertía todo el proceso de análisis de sangre en algo mucho más barato, rápido y accesible: con solo unas gotas y en un par de horas permitía obtener el resultado para más de 100 tipos de análisis.

La historia de su creadora también despertaba admiración: Holmes, una jovencísima estudiante de Stanford, había abandonado su carrera para salvar a la humanidad con su empresa, que llegó a valer 9.000 millones de dólares.

Holmes protagonizó las portadas de algunas de las revistas más famosas de Estados Unidos y el mundo y fue comparada con Bill Gates o Steve Jobs. Su empresa la avalaban personalidades muy importantes: en el consejo de la compañía había hasta dos ex secretarios de Estado, Henry Kissinger y George Schulz; un antiguo ministro de Defensa, William Perry, y el ex director del CDC Bill Foege. Incluso el expresidente Bill Clinton la invitó varias veces a su fundación para dar charlas.

Sin embargo, la fulgurante carrera de Holmes llegó a su fin cuando 'The Wall Street Journal' desveló, con testimonios de trabajadores despedidos, que su sistema no funcionaba, que los resultados estaban plagados de errores y que Theranos hacía buena parte de los análisis con máquinas convencionales, aunque con muestras demasiado pequeñas para obtener resultados fiables.

Tras una mentira que duró casi 15 años, a Holmes la han acusado de engañar a los pacientes que usaban su sistema, de mentir a los inversores sobre los ingresos de la empresa e incluso de falsear su propia voz.