¿Puede uno ir a una misa al Valle de los Caídos un 18 de julio, día del alzamiento nacional, presidirla y decir que fue casi por casualidad? Se puede. Lo ha hecho el exportavoz de la Conferencia Episcopal, Juan Antonio Martínez Camino, que también defiende que no hubo "referencia política ninguna". Porque "que ultraderechistas dejaran cinco rosas sobre lo que era la tumba del dictador Franco", para él, no debe contar.

El hombre que pasaba por ahí, Martínez Camino, no es un hombre tranquilo: esta no es su primera polémica, tiene ya un historial desde que fuera nombrado secretario y voz de la Conferencia Episcopal en 2003.

Pero para hacernos una idea de cómo es, de cómo piensa, solo hay que escuchar sus palabras sobre el matrimonio homosexual: "Es deletérea, irracional y absolutamente perjudicial para el bien común".

Sus tensiones con Zapatero durante la década que ocupó el cargo fueron frecuentes, y para colmo -debió pensar-, el Ejecutivo socialista aprobó la actual ley del aborto: "Quién propaga eso está en una situación de pecado público".

Es el primer obispo jesuita en España, desde 2008, de la Archidiócesis de Madrid, también chocó con el posterior Ejecutivo, del PP, por la enseñanza de la religión. Según él, la LOMCE, o Ley Wert, debía obligar a impartir la asignatura en todas las aulas.

Si ha tenido que enfrentarse a los críticos con la Iglesia lo ha hecho, incluso en público. Así recriminó a un conferenciante sus acusaciones de cobardía por no impedir el Obispado la exhumación de Franco: "El general Franco, según mis conocimientos, no pensaba ser enterrado en el Valle de los Caídos. Sino junto a su esposa en el Pardo".