El tablero político vasco se agita con la decisión del PNV de apartar a Iñigo Urkullu de la contienda por la Lehendakaritza. El partido, que busca una metamorfosis para recuperar terreno perdido, se enfrenta a un desafío que va más allá de las elecciones: una batalla por la imagen, la juventud y la definición en el complejo escenario político español.

El presidente del PNV, Andoni Ortuzar, ha dejado entrever en una reciente entrevista que el proceso de selección de candidato aún no ha comenzado formalmente, aunque la exclusión de Urkullu ya parece estar en marcha. ¿La razón detrás de este inesperado recorte? El desgaste de tres legislaturas y la necesidad de rejuvenecer la imagen del partido que ha perdido terreno frente a un EH Bildu en ascenso.

Los nacionalistas vascos han optado por una estrategia de reconquista que implica un cambio radical en su enfoque electoral. La hegemonía histórica del partido se ha visto desafiada, especialmente por la pérdida de votos ante Bildu en las últimas elecciones generales. La clave parece residir en la incapacidad del PNV para atraer a la juventud, un déficit que la izquierda abertzale ha sabido capitalizar mediante la movilización callejera y una imagen más contemporánea.

La situación política nacional también ha jugado su papel. Los acuerdos con Pedro Sánchez han erosionado la base electoral del PNV, mientras Bildu emerge como una alternativa más atractiva. La línea política difuminada del partido, oscilando entre posiciones conservadoras y alianzas progresistas, deja a los votantes desconcertados. Ahora, la elección del próximo candidato a lehendakari deberá definir una postura clara y moderna, capaz de competir en un panorama político cada vez más complejo y polarizado. La batalla por la renovación del PNV está en pleno apogeo, y las consecuencias podrían redefinir el equilibrio político en el País Vasco.