El agua no es solo es un problema para Doñana. Su escasez puede ser un drama para el hombre. A principios de los 90 Sevilla vivió una de sus sequías más extremas. El miedo al desabastecimiento era tal, que el Gobierno de Felipe González llegó a plantearse la evacuación de la ciudad por el temor a no tener agua para la población. Las autoridades barajaron todo tipo de medidas.

Lo primero que hicieron fue elaborar un plan para evacuar a la cuarta ciudad más grande de España. Pero también hubo ideas como remolcar un iceberg al río Guadalquivir para aumentar el caudal y abastecer a la población. Ninguna de estas ideas peregrinas llegó a implementarse.

Para tratar de ahorrar agua, se llegó a cortar parcialmente el suministro en la ciudad de Sevilla. En la mayoría de las localidades de su entorno solo había ocho horas de agua, todas por la mañana, unos cortes parciales que se anunciaron en televisión. La situación era de tal tensión que en la tele anunciaban cuánto tiempo quedaba para que se acabase el agua.

Para asegurarse de que las medidas funcionaban y se aplicaban con éxito se creó lo que la gente llamó 'La policía del agua'. Una especie de patrulla que iban escuchando las tuberías para averiguar donde había fugas o mal uso del agua.

Finalmente no hubo que evacuar la ciudad de Sevilla, pero aquella sequía extrema sirvió para que la gente tomara conciencia del problema que teníamos con el agua. Sirvió para que pensáramos a largo plazo.

Con el fin de hacer un uso eficiente de las tuberías para evitar fugas, se comenzaron a instaurar medidas de uso racional el agua y que los ciudadanos mejorasen su comportamiento. También se implantaron ayudas y subvenciones para cambiar electrodomésticos viejos por otros más eficientes.