Noviembre de 2014. El comisario José Manuel Villarejo entra al despacho del maximo responsable no político de la Policía con información que compromete a Eugenio Pino y le señala como máximo responsable de la operación Kitchen. Al mismo tiempo, Pino tiene información peligrosa para Villarejo.

Sus intereses compartidos impiden que quieran hacerse daño. Antes de esa conversación, conviene echar la vista atrás, concretamente a enero de 2013, con la eclosión del caso Bárcenas. El tesorero del PP pagó sobresueldos en negro a miembros del partido, la famosa 'Caja B' del PP.

La respuesta del PP fue poner en marcha, según el juez García Castellón, la operación Kitchen, o al menos del ministro del Interior Jorge Fernández Díaz y de su segundo, Francisco Martínez.

La operación Kitchen se le encargó a la policía política para, supuestamente, arrebatarle pruebas que pudiera tener Luis Bárcenas contra altos cargos del Partido Popular. Duró dos años, concretamente entre julio de 2013 y julio de 2015, una operación de espionaje ilegal sin permiso de ningún juez.

Por aquel entonces, Eugenio Pino era, según el juez, el máximo responsable de la operación. Posteriormente, reportaba a Francisco Martínez, el Secretario de Estado de Seguridad, cómo marchaba la operación, cuál era el plan y cuáles eran las necesidades del equipo. Villarejo era más el brazo ejecutor, el que estaba más en las tareas sucias.

Villarejo se encargó, entre otras cosas, de reclutar para la causa a Sergio Ríos, el chófer de Bárcenas, conocido como 'el cocinero' por Bárcenas.