Se llama Bennu, pesa 78.000 millones de kilogramos, viaja a 100.000 kilómetros por hora y mide 500 metros. Se trata de uno de los asteroides más peligrosos y, según la NASA, podría impactar contra la Tierra. Eso sí, la probabilidad de que ocurra es muy baja, una entre 2.700. Y en todo caso, ocurriría en 2180, dentro de 157 años. La agencia espacial ha recogido muestras de este asteroide, que llegan a la Tierra dentro de cuatro días. Y para estudiarlo ha pedido ayuda a los mayores expertos en el cielo, el Vaticano.

Lo ha hecho porque en el Vaticano son expertos en la astronomía y en los meteoritos. La NASA mandó una sonda (OSIRIS-REx) a Bennu en 2016, pero cuando llegó, se encontraron que el material del que está hecho el asteroide era poco común. Así que para estudiarlo ahora necesitan una aparato muy específico. Un aparato del que solo dispone el Vaticano. Y es así porque lleva más de 100 años estudiando el espacio. Tienen lo que se llama el 'Observatorio del Vaticano'. Un centro donde científicos y matemáticos jesuitas se dedican a observar el espacio exterior. Es allí donde trabaja el fraile Robert J. Macke, un experto en rocas espaciales. Este fraile es quien ha inventado y construido la máquina que va a medir las muestras del asteroide. El hombre tiene un canal de Youtube, donde explica cómo lo ha construido. Según la agencia estadounidense, Macke ha pedido no cobrar ni un solo euro en esta misión porque lo hace por vocación.

El observatorio del Vaticano lo fundó el papa a finales del siglo XIX. Instaló un telescopio encima de una de las iglesias más bonitas de Roma: la iglesia de San Ignacio de Loyola, en el centro de la ciudad. Roma creció y había tanta contaminación lumínica que no podían verse las estrellas. Así que se llevaron el telescopio a Castel Gandolfo, donde veranea el papa a las afueras de Roma. Ahora el Observatorio Vaticano tiene una segunda base en Estados Unidos, en Arizona.

¿Por qué el papa fundó un observatorio astronómico? Para demostrar que la ciencia y la religión son compatibles. Que la fe y la ciencia pueden trabajar unidas. De hecho, uno de los padres de la astrofísica fue un sacerdote jesuita de este observatorio.Y cuatro monjas que trabajaban allí fueron las pioneras en dibujar las constelaciones. Llevan tantos años que tienen una colección de 1.500 meteoritos y ahora estudiarán uno de los asteroides más importantes de nuestra galaxia.