Las acusaciones de fraude electoral no son nuevas en Melilla. Las hubo en 2008, en 2007 y en 1989. Ese año fue en las elecciones generales. Fue tal el fraude que los melillenses tuvieron que volver a votar. Y Felipe González se quedó sin la mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados.

"El PSOE obtiene su tercera mayoría absoluta". Eso contaban las portadas de los periódicos al día siguiente de aquellas elecciones generales de 1989. Los socialistas, una vez más, controlarían el parlamento. Habían logrado justo 176 diputados, la cifra mágica que ya entonces daba la mayoría absoluta. Pero aquella ilusión duró unas semanas.

De esos 176 diputados, uno lo habían logrado en Melilla. Pero las sospechas de fraude en esa ciudad obligaron a repetir allí los comicios. El censo de las mesas de los colegios no coincidía con el entregado al PP. En los listados faltaban los números de DNI. Se extraviaron votos nulos. Se detectó a un interventor del PSOE que rellenaba sobres con votos para su partido. También se vio a otra persona que repartía sobres con las papeletas socialistas.

Tras las elecciones, la prensa local recogió testimonios de melillenses asegurando que les quisieron comprar el voto. Como un hombre que decía que querían su voto a "cambio de dinero y borregos".

El PP denunció la situación y los tribunales le dieron la razón: "Hay motivos más que suficientes", sentenció la Justicia, "para estimar la nulidad de la elección". Nadie fue condenado por nada, pero las elecciones se repitieron.

En esa repetición provocada por el fraude electoral, el PSOE de González perdió su diputado. Se lo quedó el PP y las portadas de los periódicos fueron otras: "El PP evita en Melilla que el PSOE alcance la mayoría absoluta", "El PP arrebata Melilla al PSOE" o "Los socialistas no obtienen la mayoría absoluta teórica".