El Rey emérito lleva dos días en Sanxenxo de regatas y comilonas. Esta vez no le hemos escuchado ni una palabra, pero si le hemos visto... distinto. Hay gran diferencia con las imágenes de sus anteriores visitas a España: a sus 85 años camina más ligero, se le ve más delgado y más ágil.

Una de las personas que más le ha visitado en Abu Dabi es un médico especializado en tratamientos antiedad. Se sospecha que el Rey invirtió a través de presuntos testaferros en su clínica. Tenemos nombre y apellido de ese médico: Manuel Sánchez.

El médico antienvejecimiento del emérito es un doctor especializado en medicina estética, nutrición, dietética y obesidad. Es amigo suyo desde hace más de 15 años. Se conocieron en la clínica a la que el emérito iba a a hacerse las revisiones anuales. Sánchez dirigía allí el departamento de Nutrición y Antiedad, donde le trató, y surgió la amistad.

Sánchez aprovechó las grandes amistades que había hecho entre la alta sociedad catalana, en parte motivadas por su cercanía al emérito, y montó su propia clínica de medicina proactiva y del bienestar. Está en una villa modernista construida alrededor del 1900. Ahí, el doctor sus tratamientos, que van desde dietas y rutinas de belleza hasta óxido nítrico inhalado para prevenir las dolencias cardíacas.

Dentro de todos los tratamientos que hace la clínica, el que fuera rey tiene sus preferidos: eliminación de manchas en la piel, bótox, ácido hialurónico, drenajes linfánticos... mediante presoterapia: se le ponen unos pantalones hinchables que sirven para eliminar líquidos, grasas y toxinas.

El doctor es importante para el Rey; tanto que le ha visitado más en Abu Dabi que sus propias hijas. Y tanto que ha aparecido en sus investigaciones. Don Juan Carlos se gastó en su clínica más de 95.000 euros en retoques estéticos. Pero los pagos no los hizo el emérito, los hizo su amigo, señalando como testaferro al empresario mexicano Sanginés-Krause. Esa causa se archivó cuando el emérito presentó una regularización a Hacienda.

Pero no queda ahí la cosa. Tras esto, la fiscalía se querelló contra el médico y su mujer por presuntamente defraudar a Hacienda más de un millón de euros. La fiscalía sospecha que lo hicieron simulando la ampliación de capital de la sociedad que gestiona la clínica a través de Sanginés-Krause, el señalado como testaferro del Rey. Juan Carlos I desembolsó 1,3 millones de euros por el 35% de las acciones de la sociedad mientras el otro 65% lo mantenía el doctor con un único desembolso de 3.000 euros.