La luz vale hoy en España siete veces más que hace un año. Esta semana ha llegado a los 545 euros el megavatio hora, un récord histórico. Ya había subido mucho antes de la guerra en Ucrania, pero ahora todo apunta a que va a subir aún más. Esto afecta a los hogares, pero también a las empresas, que van a ver aumentados sus costes, y a las grandes industrias, que son las que más electricidad consumen. Algunas están incluso parando parcialmente su producción.

¿Qué se puede hacer ante esta subida del precio de la luz? La solución más básica es hacer un consumo más eficiente, pero otra posibilidad es poner límites al precio y a los beneficios de las eléctricas. Una medida que ya intentó el Gobierno hace unos meses y que estudia la Comisión Europea.

Su presidenta, Ursula Von der Leyen, incluso ha indicado que pueden cambiar el sistema de fijación de los precios, sacando al gas de la ecuación y dejando de pagar la luz que se genera de forma barata igual que la que se genera de forma cara.

Aunque España no consume apenas gas ruso, en realidad cuando el gas ruso sube, sube todo el gas, con lo que nos golpea igual. Por eso, también en nuestro país tendríamos que volver al ahorro energético, bajando la temperatura de la calefacción o poniéndola menos horas; importar más gas de países de los que ya lo recibimos, como Estados Unidos y Argelia y, a largo plazo, la Unión Europea apuesta por energías renovables y la nuclear.

La subida de los combustibles también está golpeando el bolsillo de los españoles: los ciudadanos están pagando la gasolina a 1,82 euros el litro y a 1,78 el diésel. Una escalada del precio que también están sufriendo los profesionales, como taxistas y camioneros, algunos de los cuales se están quedando en casa, algunas flotas pesqueras y el transporte marítimo, terrestre y aéreo. Incluso algunas aerolíneas están subiendo el precio de sus vuelos.

Por otra parte, está el aceite de girasol: el 60% del que España importaba hasta que empezó la guerra venía de Ucrania. Ese grifo se ha cerrado y se nota: ya estamos viendo estanterías vacías en algunos supermercados, pero también está afectando a la repostería, la hostelería y la bollería, un sector que advierte de que solo le queda aceite para dos semanas, y las conservas, un 50% de las cuales llevan aceite de girasol.

¿Qué se puede hacer? La solución más rápida es utilizar otros aceites comestibles: el de oliva es el que nos queda más a mano, aunque es el más caro, pero hay otros, como el de soja, el de palma, el de colza y el de coco. Otra posibilidad es traerlo de otros países: Argentina y Sudáfrica se han ofrecido y tienen disponibilidad.

Pero Ucrania es también un gran granero del mundo: el maíz se ha disparado en lo que va de año y con él se hacen los piensos que comen los animales, lo que también está golpeando nuestra economía. Al respecto, el ministro de Agricultura, Luis Planas, ha propuesto poner a producir todas las tierras que están en barbecho y las que se consideran de interés ecológico.