Durante los años dorados del 'boom' inmobiliario, Fbex emergió desde Barcelona como el paradigma de la opulencia inmobiliaria. Prometiendo residencias de ensueño con "materiales innovadores", esta promotora se jactaba de redefinir el lujo en Valencia, y así lo hicieron saber con el edificio ahora consumido por el fuego en el barrio de Campanar.

Sin embargo, detrás de su fachada de esplendor se ocultaba una realidad construida sobre cimientos menos sólidos, revelando un juego peligroso entre la magnificencia prometida y la calidad real de sus materiales.

Fbex, en su apogeo, no solo se concentraba en Valencia, sino que su influencia se extendía por Cataluña, Murcia, y Baleares. Con una red de 80 oficinas y casi 300 trabajadores, sus planes para 2005 incluían la construcción de 10.000 edificaciones residenciales.

Sin embargo, la promotora, que llegó a vender viviendas en Valencia a precios exorbitantes, se vio brutalmente afectada por el estallido de la burbuja inmobiliaria, acumulando una deuda de más de 1.200 millones de euros y dejando tras de sí un legado de lujos inalcanzables y proyectos inacabados.

El camino de Fbex hacia la insolvencia fue marcado por un intento desesperado de refinanciación, recurriendo a bancos ya desaparecidos en busca de alivio. La entrada en concurso de acreedores en 2010 fue el preludio de su caída, arrastrando consigo una deuda abismal con entidades financieras y administraciones públicas.

La sombra de Juan Parada, figura clave detrás de Fbex, se alarga con su implicación en investigaciones de corrupción, añadiendo un capítulo más oscuro a la ya turbulenta historia de la promotora. La liquidación de Fbex dictada por la Justicia cerró el telón de una saga marcada por la ambición desmedida y una gestión cuestionable.