Del ejemplo al escándalo
Lecciones vendo, para mí no tengo: Montoro y otros que exigían cumplimiento fiscal mientras ellos esquivaban la ley
El contexto Exigieron sacrificios a la ciudadanía, dieron lecciones sobre cumplimiento y señalaron con dureza a quienes no pagaban, pero hoy muchos de ellos —como Montoro, Rato, el Rey Juan Carlos o Roldán— están investigados, condenados o amparados por privilegios que les han permitido esquivar la ley que decían defender.

Durante años, Cristóbal Montoro fue el rostro de la austeridad y el cumplimiento fiscal en España. Desde su puesto como ministro de Hacienda, lanzó advertencias, exigió sacrificios y señaló con el dedo a quienes no pagaban sus impuestos. Nos hablaba de responsabilidad, de esfuerzo colectivo, de que "todos debemos arrimar el hombro". Pero ahora, irónicamente, es él quien está bajo investigación por presuntas irregularidades fiscales. La pregunta que todos nos hacemos es clara: ¿quién da lecciones aquí?
Montoro no es un caso aislado. Un patrón se repite entre quienes, con discursos pomposos y retóricas morales, escondían una realidad mucho menos ejemplar. Rodrigo Rato, por ejemplo, exvicepresidente del Gobierno y expresidente de Bankia, presumía de cumplir con Hacienda y no dudaba en señalar con dureza a los que "hacían trampas". Sin embargo, la justicia le condenó a cuatro años de cárcel por tres delitos contra la Hacienda Pública, blanqueo de capitales y corrupción entre particulares. Paradójicamente, Rato llegó a hablar en primera persona como víctima de quienes cometían delitos fiscales, cuando era él mismo quien incumplía la ley.
La figura del rey Juan Carlos I añade una dimensión aún más grave a esta hipocresía. En su discurso de Navidad, el monarca exigía ejemplaridad a todos los españoles, proclamando que "todos somos iguales ante la ley". Pero él, que ahora está señalado en investigaciones por hasta diez delitos fiscales, dos cohechos impropios y blanqueo de capitales, nunca llegó a sentarse en el banquillo gracias a la prescripción y a su inviolabilidad constitucional. Un claro ejemplo de que no todos somos iguales ante la ley, ni mucho menos.
Y la historia se repite con Luis Roldán, quien mientras amasaba una fortuna ilícita, llegó a impartir en 1993 clases en la Universidad Complutense sobre blanqueo de dinero. Un hecho que, más allá de lo insólito, refleja hasta qué punto la doble moral estaba instalada en las altas esferas del poder.
Estos casos muestran un patrón preocupante: discursos de moralidad y cumplimiento dirigidos a la ciudadanía, mientras aquellos que daban las lecciones se beneficiaban de la corrupción y las irregularidades. La indignación crece porque no se trata solo de delitos, sino de una profunda traición a la confianza pública.