Toda la carrera de Carles Puigdemont ha estado marcada por movimientos imprevistos. Su ascenso comenzó cuando la CUP forzó la renuncia de Artur Mas, que lo nombró como su sucesor. Esto ocurrió en un fin de semana que cambió la historia política catalana.

El mandato de Puigdemont fue claro: convocar un referéndum de independencia. A pesar de las tensiones y broncas en el Parlament, Puigdemont siguió adelante hasta la celebración del 1 de octubre, cuando se llevó a cabo el referéndum.

Tras la votación a favor de la independencia y la amenaza del artículo 155 de la Constitución, la incertidumbre persistió con largas reuniones y desacuerdos. Se llegó a especular que Puigdemont convocaría elecciones, pero, en un giro sorprendente, optó por no hacerlo.

El artículo 155 se aprobó, y tres días después, Puigdemont publicó una enigmática foto en sus redes sociales desde Bruselas. Esa fue la antesala de su candidatura en las elecciones de diciembre, convocadas por el entonces presidente Rajoy. La incertidumbre regresó cuando se programó su investidura y, poco antes de la fecha, el presidente del Parlament la desconvocó.

En este punto, el foco de Puigdemont pareció apagarse, pero su relevancia ha resurgido en el escenario político español, y su papel es esencial para el presidente Sánchez. La incertidumbre vuelve a reinar en la política catalana y española manteniendo a todos en vilo. Las sorpresas continúan, y la figura de Puigdemont sigue siendo imprevisible.