Marco Raduano, capo de la mafia italiana, se ha escapado de prisión. El método, no ha sido muy sofisticado. Se deslizó por unas sábanas atadas a plena luz del día y se fue corriendo. Su condena era hasta el 2046 por varios asesinatos y ahora mismo se desconoce su paradero. Llevaba meses trabajando en la biblioteca de la prisión y observando los cambios de turno. En uno de ellos se marchó por la ventana. Parece de cómic, pero con esa fuga, este mafioso se suma a la lista de grandes delincuentes escapistas. Mentiras, disfraces y escondites.

La primera tiene hasta una canción. El 'Sarri, sarri' cuenta la fuga en 1985 de los etarras Iñaki Picabea y Joseba Sarrionandia. Escaparon de la prisión de Martutene escondidos en unos altavoces. En concreto en los del cantante Imanol Larzábal que había dado un concierto en la cárcel. No los cogieron.

Tampoco pillaron a Rafael Bueno Latorre. Un asesino que consiguió escapar de Alcalá Meco en 1984, emulando a Woody Allen. Aunque parezca increíble fabricó una pistola con jabón de lagarto. La pintó de negro y cuando se hizo de noche amenazó con ella a los agentes de prisiones y se marchó. Nunca lo encontraron.

Si hablamos de fugas, no puede faltar el narcotraficante mexicano Chapo Guzmán. En julio de 2015, el Chapo, se escapa de la cárcel de alta seguridad El Altiplano. Lo hace por un agujero del baño de la celda. Un agujero que comunicaba con un túnel. Un túnel de kilómetro y medio, 1,70 de altura, un metro de ancho, iluminación y tubos para ventilar, incluidos.

La excavación del Chapo llevaba tiempo y trabajo. Algo que no necesitó Choi Gap-Bok, el Houdini coreano. Un profesor de yoga que en 2012 escapó de una cárcel de Corea del Sur untándose aceite en el cuerpo y saliendo por el orificio por el que le entregaban la comida. Tenía 15 centímetros de alto por 45 de largo.

Túneles, armas falsas, escondites y también disfraces. Hace solo tres semanas, en Bolivia, José Luis Cayisaya Díaz, 'El Araña' intentó escapar de la cárcel disfrazado de oveja. Con los vaqueros incluidos le encontraron los funcionarios intentado camuflarse entre la hierba.

La misma suerte corrió Clauvino da Silva. Aprovechó el día de visitas para ponerse la ropa de su hija y una máscara de silicona. Intentó salir de esa guisa con el resto de familiares de presos. En ese caso, por lo que sea, no consiguió pasar los controles.