Memoria de un lugar de horror

Las historias de As Madriñas de San Simón: las mujeres que llevaron cartas, comida y ropa limpia a la isla que el franquismo usó como prisión

¿Por qué es importante? Entre vigilancia, castigos y amenazas, Ernestina Otero, Vicenta Fernández, las hermanas Alonso y Peregrina López (entre otras) ofrecieron afecto, solidaridad y cuidado diario a presos que no conocían, demostrando que la humanidad podía sobrevivir incluso en los lugares más oscuros del franquismo.

Las historias de As Madriñas de San Simón: las mujeres que llevaron cartas, comida y ropa limpia a la isla que el franquismo usó como prisión

Hoy, la Isla de San Simón, en la ría de Vigo, parece un lugar idílico. Sus paseos frente al mar, sus antiguos edificios restaurados y su calma aparente invitan a perderse en la belleza de Galicia. Pero bajo ese silencio hay un pasado marcado por el dolor y la represión. Durante la dictadura franquista, San Simón fue uno de los campos de concentración más temidos del régimen.

Más de 5.000 hombres republicanos fueron enviados allí, muchos de ellos de distintos rincones de España, y recluidos en condiciones inhumanas: hacinamiento, frío, hambre, enfermedades y trabajos forzados. Cerca de 500 de ellos murieron en la isla, víctimas de la brutalidad del franquismo.

Entre las sombras del horror surgieron luces de coraje y solidaridad. Mujeres que jugaron un papel fundamental en la supervivencia de muchos prisioneros. Fueron conocidas como 'As Madriñas de San Simón'. No tenían poder ni recursos, pero tenían valentía, generosidad y un compromiso con la vida que trascendía el miedo y el riesgo.

Cada una de ellas se convirtió en un refugio, una red de apoyo y esperanza para hombres que habían perdido todo. Ernestina Otero, desde su pequeña rebotica en Redondela, lavaba ropa, cocinaba y se aseguraba de que los presos recibieran algo de alimento y calor humano. Vicenta Fernández, madrina de un prisionero de Valladolid, se encargaba de hacerle llegar cartas de su familia y la escasa comida que podía reunir, siempre a escondidas de los guardias.

Una de las As Madriñas de San Simón: Vicenta Fernández VillarUna de las As Madriñas de San Simón: Vicenta Fernández VillarlaSexta

Las hermanas Agustina y Encarnación Alonso lavaban y despiojaban la ropa de los presos, gesto silencioso que protegía su dignidad y salud. Y Peregrina López acompañó a dos presos de Bilbao, manteniendo contacto con ellos durante años después de su liberación, demostrando que su compromiso no terminó con el fin de la guerra.

As Madriñas de San Simón: las hermanas Alonso CabaleiroAs Madriñas de San Simón: las hermanas Alonso CabaleirolaSexta Clave

El riesgo que asumían estas mujeres era enorme. Fueron mutiladas, vigiladas, señaladas e incluso castigadas. Aun así, continuaron. Su heroísmo no residía en gestos grandiosos, sino en la constancia y en la humanidad de sus actos: llevar mantas en invierno, entregar cartas y alimentos, ofrecer compañía y afecto, mantener viva la esperanza en medio de la desesperación. Cada acción era un desafío silencioso al régimen, una afirmación de la que la solidaridad podía vencer al miedo.

Los presos, conscientes del sacrificio de estas mujeres, les devolvían lo poco que tenían: pequeños objetos hechos a mano, como un avión de madera, un joyero o un anillo hecho con chapas. No eran regalos materiales, sino símbolos de gratitud, de cariño y de reconocimiento por la generosidad que les había salvado la vida.

As Madriñas no solo ayudaban a familiares conocidos; extendieron su afecto y su apoyo a prisioneros que nunca habían visto antes. Su valentía y humanidad trascendieron la frontera de lo familiar y lo seguro, construyendo un hilo invisible de solidaridad que sostenía la vida de quienes habían sido arrojados al abandono y la muerte.

Hoy, San Simón y la vecina San Antón son lugares de memoria democrática. La isla recuerda a los hombres que allí murieron, a los prisioneros que sufrieron y, sobre todo, a las mujeres que los ayudaron a sobrevivir. Sus historias, muchas veces invisibilizadas por la historia oficial, son fundamentales para comprender la memoria completa del franquismo. Sin As Madriñas, muchos hombres no habrían sobrevivido, y la isla sería solo un testimonio de horror sin esperanza.