Con más de 80 años a sus espaldas, la empresa española Talgo se encuentra ahora en el punto de mira de un magnate húngaro, András Tombor. Dueño de un equipo de polo, millonario y amigo del ultraderechista Viktor Orbán, para quien incluso trabajó, está dispuesto a pagar 632 millones por la compañía y la quiere íntegra, pero para eso tienen que aprobarlo los bancos con los que Talgo tiene créditos.

En realidad, la empresa, que se creó recién terminada la Guerra Civil, se llama Patentes Talgo, iniciales de Tren Articulado Ligero Goicoechea Oriol, por Alejandro Goicoechea, el ingeniero que lo desarrolló, y José Luis Oriol, el empresario que puso el dinero para hacerlo realidad.

El primer modelo fue una locomotora con cabeza 'sonriente', que puede verse en el vídeo que ilustra estas líneas, y se probó entre Madrid y Guadalajara. Sin embargo, nunca llegó a hacer una línea regular, porque rápidamente fue mejorado por el Talgo 2. Se fabricó en Estados Unidos y fue inaugurado por el dictador Francisco Franco en marzo de 1950 en la línea Madrid- Hendaya.

Una década después, se realizó por primera vez el trayecto Madrid-Barcelona y, meses más tarde, sus trenes consiguieron conectar España con capitales europeas sin tener que hacer transbordo. Posteriormente, Talgo creó el coche cama. Durante 45 años, ese tipo de tren, plateado y rojo por fuera, estuvo en funcionamiento, hasta los 2000, cuando los nuevos modelos ya superaban los 300 kilómetros por hora.

Aunque Renfe ha sido siempre el mayor cliente de Talgo, la empresa ha exportado material a países como Estados Unidos, Alemania, Arabia, Rusia o Kazajistán y además es la responsable del tren que diariamente cruza el desierto en Arabia Saudí.