Para obtener la línea de crédito que le permitió pagar su regularización fiscal, el rey emérito tendría que haber presentado algún tipo de aval. Pero, ¿qué sabemos realmente del patrimonio de Juan Carlos I? ¿Hasta dónde llega su fortuna?

En primer lugar, sabemos que los Presupuestos Generales del Estado disponen unos ocho millones de euros para la Casa Real, una especie de 'sueldo', que el rey -según recoge la Constitución- puede distribuir libremente como quiera.

En 1979, cuando comenzaba su reinado, el emérito se llevaba unos 10 millones de pesetas de entonces, al cambio, unos 325.000 euros. Sin embargo, la transparencia con respecto a su asignación se acabó y no fue hasta el año 2011 cuando volvimos a saber qué sueldo tenía: 292.752 euros.

En 2014, año en el que abdica, el nuevo rey, Felipe VI, le adjudica una pensión vitalicia de 187.356 euros. En 2019, se le retira esa asignación, aunque se lleva lo que le correspondía hasta el 15 de marzo de ese año: unos 40.000 euros.

Si sumamos todo esto, desde 1978 hasta la actualidad, obtendríamos un total de 12.767.392 euros brutos, aproximadamente. Por este dinero habría tenido que pagar impuestos, si bien los viajes oficiales o gastos como la seguridad corrían a cargo de otras partidas presupuestarias.

La herencia de don Juan y los bienes opacos

Pero, ¿pudo el rey obtener otros ingresos también legales? Sabemos que el monarca ha tenido otros ingresos 'en A': en 2013, 'El Mundo' desveló que recibió unos 2,2 millones de euros de la herencia de su padre, don Juan. El albacea de esa herencia admitía entonces que no se habían repatriado por la imagen pública que daría.

¿Qué pasa entonces con la 'cara B' del emérito? Por una parte, tenemos el caso de las tarjetas black, pagadas por el millonario mexicano Allen Sanginés-Krause. Por el uso de estas tarjetas opacas ha pagado al fisco 678.393 euros, por lo que los técnicos de Hacienda calculan que podría haber gastado 1,2 millones.

Por otro lado, tenemos los famosos 65 millones en Suiza, posteriormente transferidos a Corinna, que presuntamente le dio la Casa Real Saudí, y la Fundación Lucum, de donde salió ese dinero y otros dos millones para otra amiga del rey, Marta Gayá.

Asimismo, está la Fundación Zagatka, que gestionaba Álvaro de Orleans, primo lejano del rey y su presunto testaferro, que pagó hoteles, aviones y otros gastos de Juan Carlos I. Asimismo, están los 10 millones de euros que tendría en un paraíso fiscal en Jersey, algo que el exjefe del Estado niega.

Teniendo en cuenta todo esto, diferentes medios internacionales han hecho sus propias estimaciones sobre el alcance de la fortuna del rey emérito: el 'Ney York Times' la cifraba en 1.800 millones de euros, mientras que la revista 'Forbes' subía algo más la apuesta y calculaba que llega a los 2.000 millones.