La Guerra del Fletán: el día que España y Canadá estuvieron a punto de ir a la guerra

La historia de la Guerra del Fletán comenzó a bordo de un buque pesquero gallego, el Estai, que faenaba cerca de Terranova, en aguas reclamadas por Canadá. Aquel día, pescadores españoles y canadienses mantuvieron una conversación tensa y armada, con los canadienses amenazando con abrir fuego. Lo que parecía ser un simple enfrentamiento en el mar, se convirtió en un conflicto diplomático de gran magnitud.

Hoy, treinta años después, el Estai regresa a esas aguas, en lo que no fue un malentendido, sino una clara disputa por el control de los caladeros de fletán, que Canadá había intentado apropiarse mediante la modificación de sus leyes pesqueras. Sin embargo, los problemas fueron más allá de las amenazas verbales.

Las fuerzas canadienses, tanto marítimas como aéreas, atacaron el Estai con fuego real, disparando chorros de agua a presión que, de haber impactado en los pescadores, podrían haber causado graves daños. Las imágenes captadas por la tripulación, un valioso testimonio histórico, muestran el acoso y la persecución a la que fueron sometidos los españoles, con aviones militares y barcos de guerra acorralando al pesquero.

La Guerra del Fletán no solo fue un enfrentamiento físico, sino también diplomático. España, sorprendida por la agresión, recibió una declaración de guerra formal y escrita por parte de Canadá. Fue el embajador de España en Ottawa, José Luis Pardos, quien desveló este hecho años después, relatando cómo intentó informar al gobierno español durante el Viernes Santo, cuando gran parte del ejecutivo estaba de vacaciones. Fue finalmente Felipe González quien movilizó a la Marina española para poner fin al conflicto.

Aunque la Guerra del Fletán puede parecer una anécdota dentro de la historia de la diplomacia, sus consecuencias fueron profundas en la política pesquera internacional, marcando un antes y un después en las relaciones entre España y Canadá. Este enfrentamiento, que pudo haber derivado en una guerra real, se resolvió sin mayores consecuencias, pero dejó una huella imborrable en la memoria histórica del país.