Los neonazis ganan terreno en Estados Unidos. Su última actuación ha sido frente a una cervecería porque allí había un acto en apoyo a la juventud LGTBI de Ohio. Gritaban "habrá sangre" y "no transexuales en nuestras calles". Esa docena de neonazis pertenece a un grupo supremacista blanco llamado 'Blood Tribe'.

Son pocos, pero muy nazis. No es la primera vez que se ven ese tipo de imágenes en Estados Unidos en las últimas semanas. El país está viviendo una ola ultraconservadora sin precedentes. El problema más grave está en los parlamentos regionales, en las leyes que se están aprobando en las cámaras de varios estados.

Por ejemplo, ya tienen en Estados Unidos la primera ley antidrag. Se aprobó hace un mes en Tennessee y prohíbe estos espectáculos en público o alrededor de menores de edad. Se puede demandar a organizadores y artistas si algún niño ha visto el espectáculo, incluso hay penas de cárcel. Son ahora mismo 32 las propuestas de ley que buscan restringir estos espectáculos en el país.

La ola reaccionaria está golpeando también al colectivo LGTB. Tanto que el Congreso ha aprobado una ley para blindar el matrimonio homosexual por miedo a una revocación del Supremo. Ya ha habido recortes. Los empezó Ron DeSantis, gobernador republicano de Florida. Lo hizo hace un año prohibiendo tratar en las aulas temas sobre la orientación sexual. Este tipo de leyes que se conocen como "Don't say gay" están ya en marcha en una veintena de estados. Además hay más de 100 proyectos de este tipo en estudio.

Quieren prohibir hasta hablar de la regla en los colegios. Es el plan de la misma persona, Ron DeSantis. No quiere que se habla de la regla en las escuelas al menos hasta a partir de los 12 años. Su plan es ponerlo en marcha el próximo curso. Tampoco se podrá hablar de relaciones sexuales excepto para decirles a los alumnos que no las mantengan.

Hay leyes muy duras también contra el colectivo 'trans'. En lo que va de año se han presentado 190 leyes discriminatorias contra las personas trans en todo el país. La mayoría sobre restringir el acceso al cambio de género en menores. Se ha aprobado ya en 12 estados. Leyes muy duras con prisión incluso para los médicos que faciliten tratamientos hormonales. Y con pérdida de custodia para los padres que apoyen a sus hijos trans.

Están atacando también a adultos trans. En Kansas se ha prohibido a las mujeres trans usar baños de mujeres. Y el escarnio es público. En Montana, por ejemplo, han prohibido a una congresista trans participar en los debates desde el Congreso.

La presión contra el aborto es también insoportable. Todo empezó hace un año cuando el Supremo revocó la protección del derecho al aborto vigente desde principios de los años 70. Ya son 13 los estados en los que no se puede abortar. Cientos de clínicas cerradas por todo el país por miedo a represalias y todavía una batalla en el aire: la píldora abortiva. Un juez designado por Donald Trump que decide, en Texas, que se deje de vender esa píldora en todo el país. Ahora mismo está paralizado pero el 17 de mayo el caso vuelve al Tribunal de Apelaciones.

Los nombramientos de Trump en el Supremo están facilitando todos estos ataques a las libertades. El Supremo, de mayoría conservadora seis a tres, la más conservadora de los últimos 80 años, tumbaba el derecho al aborto y decidieron atacar todos aquellos derechos que no estén protegidos por ninguna ley federal explícitamente.