Isabel II ya se ha separado de la corona imperial tras 70 años de reinado. Desde que falleció, hace 11 días, la corona ha estado colocada encima de su ataúd. Una joya decorada de zafiros, esmeraldas, perlas y uno de los diamantes más valiosos del mundo.

Junto a esa corona la reina iba acompañada de otros dos objetos: 'El orbe' de la soberana, una esfera de oro que simboliza el mundo cristiano; y el cetro, un bastón de oro de 92 centímetros en cuya parte superior está una cruz que sujeta el segundo diamante más grande del mundo, la 'Gran Estrella de África'.

Se trata de un diamante de 500 quilates golpeado por la polémica. La 'Gran Estrella de África' forma parte del expolio británico a sus colonias. El diamante fue encontrado en unas minas de la actual Sudáfrica administradas por los europeos que había colonizado aquella zona en 1905.

Concretamente, fue hallado en las minas propiedad de Thomas Cullinan, quien pensó que haría un buen negocio vendiendo un diamante del tamaño de un corazón, pero como no logró colocarlo en el mercado, acabó en las manos del rey de Inglaterra para ganarse su apoyo.

Sudáfrica era una zona controlada por los británicos tras ganar la guerra a los boéres, descendientes de holandeses asentados allí desde hacía siglos. Así, como prueba de amistad y de sumisión a la corona para que se viera que habían aceptado el dominio de los británicos, decidieron comprar el diamante y regalárselo al rey, al bisabuelo de la reina Isabel, Eduardo VII.

A pesar de que el gobierno no era partidarioubo de aceptarlo y hubo dudas sobre si hacerlo, Wiston Churchill, responsable de las colonias, recomendó hacerlo. Tras ello, decidieron incrustar el diamante tanto en el cetro como en la corona del bisabuelo de la reina Isabel II y con los restos se hicieron otras joyas que llamaban las patatas de la abuela: diversos broches y un anillo. De hecho, aún queda algún fragmento más que no se ha tallado todavía.

Ahora, tanto sudafricanos como algunos miembros del Parlamento protagonizan las peticiones de que lo devuelvan. En concreto, los pueblos donde se asientan las minas de las que salió ya se lo exigieron a la reina en una visita en 1995, pero aún no ha habido éxito.