En pleno siglo XXI, gigantes tecnológicos como Google, Facebook y Disney están redefiniendo el concepto de vivienda para sus empleados. En California, Google ha levantado una ciudad con 7.000 viviendas a precios asequibles, creando un entorno completo con zonas verdes y kilómetros de carril bici, todo al lado del trabajo. ¿Pero es esta utopía urbana una solución habitacional o un intento de control corporativo?
Esta no es la primera vez que las empresas se convierten en caseros. En el siglo XIX, las colonias industriales eran comunes, como las viviendas de SEAT en la zona franca de Barcelona en los años 50.
Sin embargo, la historia revela que estas empresas-ciudades no siempre han sido un éxito. SEAT vendió sus viviendas a finales de los 70 debido a problemas estructurales, y el caso de Fordlandia en el corazón del Amazonas fue un fracaso notable.
El modelo de proporcionar viviendas a los empleados no es nuevo. En España, Ciudad Pegaso en Madrid ofreció diferentes categorías de viviendas según el rango del empleado.
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Este enfoque, importado de experiencias como la de Volkswagen en Alemania, donde la empresa alquila más de 10.000 viviendas en la actualidad, plantea preguntas sobre la privacidad y el control que las empresas pueden ejercer sobre la vida de sus empleados.
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