Mientras en España el debate sobre el confinamiento domiciliario se enfría, en Europa es tendencia. Hoy ha sido Austria la que ha anunciado su confinamiento con cierre de colegios incluido.

El país alpino estrena lo más parecido a nuestro confinamiento del mes de marzo, solo se podrá salir de casa para comprar, trabajar o hacer ejercicio. Ya el pasado 3 de noviembre Austria comenzó a tomar medidas, se decretó el toque de queda y se cerraron bares y restaurantes, pero desde entonces hasta ahora los contagios han seguido subiendo hasta duplicarse la incidencia acumulada, de ahí que hayan optado por esta solución.

Y no es ninguna excepción. Más de 200 millones de europeos están encerrados en casa para combatir la expansión del coronavirus. La pregunta es obvia: ¿les está funcionando? Y la resuesa afirmativa.

Francia, por ejemplo, ha sido uno de los países europeos pioneros a la hora de encerrar a su población en esta segunda ola. Fue el pasado 30 de octubre, y desde entonces, tras superar el pico nueve días después, los contagios comenzaron a caer en picado.

Ahora mismo la incidencia acumulada del país galo se sitúa en la mitad que por aquel entonces, según su Gobierno, y es consecuencia del confinamiento.

Más llamativo si cabe es el caso de Bélgica. Hace 16 días el país tenía la peor curva de contagios de toda Europa. El 1 de noviembre decretó el semi-confinamiento y a partir de entonces los contagios comenzaron a descender hasta el punto de que hoy son mucho menores que en otros países como Reino Unido, Italia, Alemania o España.