En 12 de las 14 legislaturas PSOE y PP han necesitado ceder para gobernar, especialmente con los nacionalistas. A principios de los años 90, Felipe González tuvo que tirar de apoyos externos tras una década de mayorías absolutas. Le daban los números solo con Izquierda Unida, pero prefirió mirar a catalanes y vascos.

Las cesiones llegaron a tal punto que ofreció a ambos entrar en el Gobierno, pero los dos lo rechazaron.

A cambio de sus votos, Jordi Pujol consiguió en su visita a la Moncloa, una cesión del 15% de la recaudación del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas. También logró acceso a los fondos europeos de cohesión y mayor autogobierno.

El apoyo del PNV llegaría a cambio de un calendario de transferencias para Euskadi y bajo la promesa de desarrollar el Estatuto de Gernika.

El mismo Jordi Pujol presumiría tres años después de haber logrado mejores concesiones en el famoso 'Pacto del Majestic', con Aznar, que luego contó en sus memorias, lo que costó satisfacer a un tipo intransigente.

El líder de Convergència se tomó su tiempo, presumiendo de ser imprescindible, mientras el PP delegaba en Rodrigo Rato los entresijos de ese acuerdo. A la vez, conquistaba a un PNV que no les era necesario.

El pacto comprometía a los catalanes toda la legislatura. A cambio, el 33% de la recaudación del IRPF, la supresión del servicio militar, o de la figura del gobernador civil y la cabeza del entonces líder del PP en Cataluña.

El acuerdo con el PNV aumentaba la capacidad fiscal de Euskadi y le devolvía el patrimonio incautado en la Guerra Civil al partido nacionalista.

Esos dos partidos se abstuvieron a la hora de hacer presidente a Zapatero en 2004, que sí tuvo el voto de los republicanos. La promesa la había hecho el propio candidato socialista en la campaña: "Apoyaré la reforma del Estatuto de Cataluña que apruebe el Parlamento de Cataluña".

A partir de ahí, Pérez Rubalcaba y López Garrido se pusieron a ello y a defender lo que hoy ya nos suena: el catalán como lengua oficial en la Unión Europea.

El precio, en definitiva, ha sido históricamente económico, hoy en día ya no lo es tanto.