Encrochat era utilizada por miembros del crimen organizado en Europa para mantener conversaciones privadas y casi inalcanzables para cualquier investigación. En 2020, la app dejó de existir, una aplicación que solo se podía utilizar en móviles Android (y no en todos).

Para poder instalarla, uno tenía que modificar específicamente el terminal para ello y quitarle la tarjeta SIM. Además, una vez en la app, se desactivaba el GPS, la cámara y el micrófono en busca de la discreción más absoluta. Además, con solo un código, se podía formatear el teléfono de forma rápida.

Estos terminales tenían dos sistemas operativos distintos: uno a modo de tapadera para no levantar sospechas, como si fuera un teléfono normal, y un segundo sistema con la aplicación Encrochat y las funciones desactivadas mencionadas anteriormente.

Según Europol, Encrochat, que funcionaba por suscripción -3.000 euros al año-, vendía los teléfonos ya modificados por 1.000 euros y ofrecía soporte las 24 horas del día. En 2020, la Policía logró infiltrarse en el funcionamiento de la app y vigilar a los delincuentes que formaban parte de ella durante tres meses.

En junio de ese año, los responsables de Encrochat detectaron que su código había sido descifrado y alertaron a sus usarios para que se deshicieran de los teléfonos móviles, un aviso que llegó justo antes de que la Europol cerrara el servicio. Gracias a la infiltración policial, fueron detenidos más de 1.000 sospechosos, confiscándose unos 100 millones de euros y toneladas de droga y armas.