Otra consecuencia de la masacre de Texas, además de las 21 vidas que se perdieron a manos de un joven de 18 años con un rifle de asalto, es económica. Después de cada tiroteo masivo que se produce en EEUU las empresas armamentísticas se disparan en bolsa.

Tres ejemplos. El primero es la compañía Smith & Wesson, el mayor fabricante de armas de fuego cortas de Estados Unidos. Desde el martes, cuando se produjo la tragedia, la compañía se ha disparado un 9,5% en el mercado estadounidense. El efecto contrasta con el resto del año: desde enero su valor había caído un 14%.

El segundo caso es el de la compañía Ruger: ha subido un 8%, frente a la caída de un 1% que había experimentado desde el 1 de enero. Y el tercer ejemplo es el de Vista Outdoor, una empresa dedicada a la fabricación de munición y pistolas para deportes de tiro, que ha subido un 10% en dos días. Desde enero había caído un 20%.

Este fenómeno es habitual. Cada vez que hay una masacre y se abre el debate sobre la violencia en Estados Unidos, su industria armamentística sale beneficiada. Y la razón es bastante sencilla: los defensores de las armas sienten que pueden aumentar las restricciones para comprarlas y reaccionan haciendo acopio de munición y adquiriendo nuevos fusiles, pistolas o revólveres.