El kebab se ha convertido en mucho más que un plato callejero en Alemania: ahora es un indicador clave de la economía del país (la dönerflación). Con un aumento del 75% en su precio medio en los últimos años, alcanzando los 7 euros, este plato popular está generando preocupación en todos los sectores. Incluso ha llegado al Bundestag, el órgano federal supremo legislativo de la República Federal de Alemania, con propuestas para limitar su precio máximo, reflejando la importancia que ha adquirido en la vida diaria de los alemanes.
Este incremento en el precio del kebab tiene dos motivos. La guerra en Ucrania ha provocado un aumento en los costos de energía, mientras que la inflación ha impactado en el costo de los alimentos básicos, muchos de los cuales provienen de la región. Además, el sector de la alimentación enfrenta presiones adicionales debido a las mejoras en los estándares laborales, como el aumento del salario mínimo.
El debate sobre el kebab no solo refleja las dificultades económicas que enfrenta Alemania, con una caída del 0,3% en su PIB en 2023 y un crecimiento negativo en ventas minoristas y exportaciones, sino que también refleja el malestar social. Los alemanes, que solían considerar el kebab como una opción asequible, ahora ven su precio como un indicador directo de la situación económica del país.
Con el kebab convirtiéndose en un tema candente tanto en las redes sociales como en la política, el canciller alemán se encuentra bajo presión para abordar este asunto que afecta directamente a la vida cotidiana de millones de ciudadanos. En un momento en el que muchos recuerdan con nostalgia los tiempos en los que Angela Merkel "controlaba el precio del kebab", la creciente preocupación por su costo actual refleja una realidad económica que está lejos de estar bajo control.
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