En 2008, se intentó conectar Tarragona a Barcelona, pero los protocolos y el cambio climático frenaron la propuesta. La Unión Europea derribó el Plan Hidrológico Nacional en el 2000, exigiendo justificación ambiental y análisis de beneficios. Las sequías y la falta de lluvias plantean un dilema: ¿trasvases o desalinización?

La movilización ciudadana se opuso al trasvase del Ebro al Levante en 2000, la Comisión Europea dudó por impacto ecológico. El trasvase afectaría al Delta del Ebro y generaría un dilema económico con costes energéticos. Los trasvases, antaño símbolo de progreso, enfrentan ahora resistencia. En plena sequía, la solución no está en nuevos embalses, sino en reducir el consumo, especialmente en el regadío que acapara el 95% del agua del Ebro.