Papá invade y ellos brindan. Es la mejor definición de la vida de la familia del número dos del ministerio de Defensa ruso. Él manda las tropas de Putin en Ucrania, mata ucranianos y envía rusos a morir. Mientras, su familia disfruta del lujo extremo lejos del frente.

Su día a día es de ostentación: champán, fiestas, yates, joyas, puros, viajes, coches de alta gama, conciertos privados y grandes hoteles. Una vida de opulencia que ellos mismos exhiben en sus redes sociales. Una suntuosidad que nada tiene que ver con la devastación de Ucrania.

El cabeza de familia es Timur Ivanov. Uno de los mayores responsables de la invasión rusa. Es la mano derecha de Shoigú el encargado de Defensa de Putin. Ivanov está detrás de los bombardeos de Kyiv, la masacre de Bucha, la de Mariúpol y la de Bajmut.

Su esposa, Svetlana Maniovich, vive a todo tren. Mientras su marido masacra un país, Maniovich y sus hijos disfrutan de la vida contemplativa en las capitales europeas más ricas. Ha conseguido zafarse de las sanciones europeas y Svetlana y sus hijos disfrutan de su ostentosa vida en Europa como si nada.

La semana que los rusos bombardearon Kyiv por primera vez, ella se gastó más de 70.000 euros de compras por París. O mientras el Ejército ruso ordenaba masacrar Mariúpol, la mujer del numero dos de Defensa compraba unos vuelos para ir a visitar a su hijo que estudia en la Universidad de Oxford. Porque como era de esperar sus hijos llevan una vida a la europea donde también reina la opulencia. Su hija Alexandra vive en París. Es una forofa de la moda y de los viajes. Lo comparte todo en sus redes sociales y es totalmente ajena a la guerra.

A la mujer del número dos de Defensa ruso, le encanta la alta costura, las antigüedades y los coches de lujo. Vacaciones en Saint-Tropez, un par de Rolls-Royce y una mansión a los pies del río Volga, en Rusia. Svetlana sale en revistas y acude a eventos exclusivos. En París es una de las mejores clientas de las joyerías más caras. Allí compra pendientes y anillos de más de 100.000 euros.

Una vida de lujo que se pueden permitir gracias a la corrupción. Ivanov ahora es el encargado de reconstruir Mariúpol y recibe sobornos de quien quiera conseguir contratos del ministerio de Defensa. Presume en medios rusos de que la gente de Mariúpol pronto volverá a la normalidad. Mera propaganda. Quieren erigirse como uno de los héroes de Mariúpol cuando ellos mismos la aniquilaron.

La familia tiene tres técnicas para burlarse de las sanciones. Primera: pasaporte israelí. Se puede ver en el carnet de conducir de su hija. Lugar de residencia: Tel Aviv. Segundo: a efectos legales, Svetlana ya no es mujer del número dos de Defensa. Cinco meses después de la invasión de Ucrania firmaron los papeles del divorcio. Y tercer truco para burlar las sanciones: ponen sus bienes a nombre de gente de su círculo como su niñera y tienen amistades en la jet set europea que los ayudan a escabullirse.

Dos periodistas rusos han denunciado la situación a las autoridades francesas y europeas, pero según ellos hacen caso omiso. Mientras tanto, la familia de uno de los responsables de la invasión rusa continúa con su tour del lujo por Europa.