Mientras colea aún la polémica sobre las macrogranjas y las declaraciones de Alberto Garzón a 'The Guardian', Pablo Casado ha convocado este viernes a la prensa en una granja de Ávila. En concreto, una explotación de ganadería extensiva, precisamente el tipo que defendía Garzón en la controvertida entrevista.

Desde allí, el líder del PP ha defendido a la ganadería intensiva, afirmando que no contamina. Sin embargo, los datos le desmienten: en España, en 2020 el sector agroganadero fue el tercero que más gases de efecto invernadero emitió a la atmósfera, solo por detrás del transporte y la industria, y el 60% correspondía a las granjas de mayor tamaño.

Además, la ganadería aviar y porcina es responsable del 38% de todo el metano que se emite en España, un gas de efecto invernadero con un potencial de calentamiento global 21 veces superior al del dióxido de carbono.

A su vez, la ganadería intensiva genera tanta cantidad de estiércol en un espacio tan pequeño que este puede filtrarse a los acuíferos y contaminar el agua con un exceso de nitratos: de hecho, casi un cuarto de nuestro territorio está considerado zona vulnerable, es decir, que puede verse afectado por esta contaminación. Así, por ejemplo en Cataluña casi la mitad de los municipios son vulnerables a la contaminación por nitratos, lo que significa que hay pueblos en nuestro país al borde de que el agua que sale de los grifos deje de ser potable.

El problema al que Pablo Casado resta importancia es tan grave que incluso la Comisión Europea ha decidido llevar a España ante la Justicia por la deficiente aplicación de la Directiva Europea sobre nitratos. En resumen: sí, la ganadería intensiva contamina.