Con una mezcla de asombro y terror, los británicos se enteraron el 20 de marzo de 1974 de un intento de asesinato y secuestro contra la princesa Ana y su esposo. Aquella noche, tras abandonar una fiesta en Buckingham, la pareja real se vio abruptamente interceptada a tan solo 200 metros del palacio. Este momento marcó el inicio de lo que sería una oscura página en la historia de la monarquía.
El ataque comenzó cuando un Ford Escort bloqueó el paso del Rolls Royce real. De este coche salió un hombre armado y disparando al encargado de seguridad de la princesa. En un desesperado intento de protección, el guardaespaldas también sacó su arma, pero falló. Lo que dejó el camino libre para que el agresor avanzara hacia sus objetivos 'reales'.
Frente a la amenaza directa, la princesa Ana mostró una calma extraordinaria, ya que a pesar de tener una pistola apuntándole, mantuvo una conversación con este individuo al que rechazó con cortesía y firmeza su exigencia de acompañarlo. Esta valentía permitió ganar un valioso tiempo hasta la llegada de refuerzos.
El intento de secuestro culminó con la llegada de la policía y hasta civiles que a pesar de resultar heridos lograron detener al atacante. Identificado como Ian Ball, el secuestrador padecía esquizofrenia y había planeado de forma meticulosa lo que terminó siendo un intento de rapto de la princesa y es que llegó a preparar un escondite cercano.
Afortunadamente, la rápida acción de los involucrados impidió que los planes de Ball llegaran a más. Estos héroes llegaron a recibir reconocimientos y gratitudes, hasta uno de ellos recibió un gesto personal de la Reina.
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