Motivado por el riesgo al corte de suministro ruso, el Parlamento Europeo ha aprobado que se consideren "verdes" el gas y la energía nuclearen una votación muy polémica en Estrasburgo. Asociaciones ecologistas han puesto el grito en el cielo y países como Austria y Luxemburgo ya han advertido que llevarán el expediente ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Del lado de los que celebran la noticia están países como Francia, que depende más de la energía nuclear, o Alemania, que depende más del gas.

El resultado es que la energía nuclear y el gas están a punto de ser considerados energías verdes. Pero ¿qué consecuencias prácticas tiene una decisión de este calado? Incluir al gas y a la energia nuclear, en la taxonomía verde europea tiene cuatro consecuencias. La primera: desvío de inversión privada. Las centrales nucleares y las plantas gasistas tendrán más fácil acceder a financiación. Es decir, todo lo que se invierta en estas energías se dejará de invertir en las energías que son 100% renovables como la solar o la eólica.

Segunda consecuencia: desvío de la financiación pública. La nuclear y el gas podrían beneficiarse de los fondos 'Next Generation', el dinero que está repartiendo Europa entre sus miembros para salir de la crisis del coronavirus. Los países están obligados a invertir al menos el 37% de esos fondos en reformas ecológicas. Si el gas y la nuclear pasan a considerarse verdes, podrían recibir parte de esos fondos.

Tercera consecuencia, la que preocupa a los ecologistas. El gas emite CO2 como cualquier otro combustible y la energía nuclear deja residuos tóxicos durante miles de años en el planeta. Para los ecologistas, empezar a clasificar estas energías como verdes retrasa la lucha contra el cambio climático que viene abanderando Europa. Cabe recordar que el objetivo de Bruselas es llegar a cero emisiones de CO2 para 2050.

Cuarta y última consecuencia: la que pervierte el término 'verde'. A partir de ahora será muy difícil distinguir qué es respetuoso con el medio ambiente y qué no. Invertir en una placa solar será igual de ecológico que invertir en un planta de gas. Para que se hagan una idea: sobre el papel el sistema eléctrico español pasaría a ser casi al 100% verde. Así, aunque utilicemos gas en nuestra generación eléctrica, aunque sigamos emitiendo dióxido de carbono, seremos totalmente verdes.