La familia de la activista medioambiental Berta Cáceres celebra la primera condena a un autor intelectual de su asesinato. Se llama Víctor David Castillo, y hace 5 años presidía una potente hidroeléctrica. Ahora ha sido declarado culpable de haber ordenado la muerte de la hondureña.

La de Berta Cáceres fue la lucha del pequeño contra el grande. Su historia empieza en un río hondureño, el Gualcarque, sagrado para la comunidad indígena 'Lenca' y vital para su subsistencia. Una multinacional empezó a construir allí una represa hidroeléctrica y, megáfono en mano, Berta Cáceres unió a toda la comunidad y lideró una movilización social contra las obras.

A pesar de que sabía que tenía a grandes en contra, Cáceres no se dejó amedrentar y en el año 2015 recibió el premio Goldman, el más importante del mundo para un activista medioambiental. "Despertemos, humanidad", aseveró en su discurso de agradecimiento.

Este premio dio relevancia internacional a su lucha. Y algunos de los inversores del proyecto retiraron sus fondos, pero había mucho dinero en juego y eso le costó la vida: los sicarios fueron a por ella y una noche la acribillaron a balazos.

Su despedida se realizó en un funeral multitudinario. El grito era unánime: pedían justicia. Toda la comunidad sabía perfectamente por qué la habían matado y hacia dónde había que apuntar.

El presidente de Honduras tuvo que prometer que se haría justicia. "Es un crimen contra Honduras y el pueblo hondureño, se hará justicia, compromiso con la verdad", aseveró el mandatario. Sin embargo, dos años después, en 2018, el caso se cerraba con la condena sólo a los autores materiales del crimen.

Entre los condenados no había ningún alto cargo que hubiera podido ordenar su muerte, por lo que la familia de Berta siguió luchando hasta la detención y la condena de Víctor David Castillo. Ahora sienten que se ha empezado a hacer justicia, aunque la hidroeléctrica sigue intentando sacar adelante la obra.