30 años después del asedio

Correr entre balas, vivir con miedo y pagar por matar: la historia que Sarajevo nunca olvidó

Los detalles Durante el asedio de Sarajevo, cada calle, puente o tranvía era una trampa mortal: francotiradores disparaban a civiles por encargo de ricos que pagaban por matar. La gente aprendió a sobrevivir contando segundos entre ráfagas y corriendo a toda prisa entre balas.

Correr entre balas, vivir con miedo y pagar por matar: la historia que Sarajevo nunca olvidó

Tres décadas después del asedio de Sarajevo, la Fiscalía italiana ha abierto una investigación por homicidio doloso agravado relacionada con los llamados 'safaris humanos', episodios en los que francotiradores mataban a civiles, muchos de ellos por encargo de personas adineradas que pagaban hasta 100.000 euros por disparar a personas indefensas.

La Fiscalía bosnia intentó investigar en 2022 tras recibir denuncias, pero archivó el caso alegando la dificultad de indagar en un episodio tan traumático para un país todavía dividido por la guerra. Serbia, por su parte, se negó a intervenir. Ahora, tres años después, Italia toma la delantera para buscar a los responsables.

Entre las historias más impactantes está la de Admira y Bosko, la pareja conocida como el "Romeo y Julieta de Sarajevo". Tenían un acuerdo con soldados para cruzar un puente cerca de Vrbana, que no se cumplió. Bosko murió al instante y Admira agonizó abrazada a su pareja durante minutos. Sus cuerpos permanecieron en el suelo siete días antes de ser trasladados a un cementerio.

El 8 de octubre de 1994, tras dos años de asedio, una ráfaga de tiros resonó en la Avenida de los Francotiradores. Un hombre resultó herido, disparado desde las colinas que rodeaban Sarajevo, donde estaban apostadas las tropas serbobosnias y, junto a ellas, ricos sin escrúpulos que pagaban por matar a civiles desarmados.

La avenida era un lugar estratégico: cientos de personas tenían que cruzarla cada día para ir a trabajar o buscar comida. Solo había un truco para sobrevivir: esperar los breves 15 segundos entre ráfagas, correr y esconderse tras un coche al otro lado de la calle. Los ricos pagaban más cuando la víctima era un niño. En un caso estremecedor, unos padres paseaban a su bebé en un carrito y el francotirador disparó al bebé, dejando con vida a los padres.

Ni los voluntarios estaban a salvo. Gabrielle Locatelli, un italiano que llevaba una bandera de paz y transportaba agua, fue disparado mientras cruzaba un puente. Los ataques también tenían como objetivo el tranvía, que era una de las pocas vías de movilidad de la ciudad.

Estos crímenes no eran solo asesinatos: eran herramientas de terror, diseñadas para paralizar a Sarajevo y convertir la guerra en un espectáculo macabro para quienes tenían dinero y sangre fría.

Ahora, la justicia italiana busca identificar y responsabilizar a quienes financiaron y ejecutaron los 'safaris humanos'. Más de 30 años después, la ciudad y el mundo esperan respuestas sobre cómo fue posible pagar para matar a otros por placer, y por qué nadie actuó antes.

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