En plena campaña de las elecciones europeas, la ultraderecha ha sorprendido al escenario político al buscar convertirse en la tercera fuerza política del Parlamento Europeo, con la posibilidad de ocupar hasta la cuarta parte de sus escaños. Este cambio radical se refleja en sus sondeos, que indican un aumento significativo del 18% al 25% en su apoyo electoral.

Lo curioso es cómo esta tendencia contrasta con la posición inicial de muchos de estos partidos, que hasta hace poco abogaban por abandonar la Unión Europea. Ejemplos como el de la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, quien previamente abogaba por qué Italia saliera del euro, han cambiado su discurso al ganar poder, integrándose ahora en el circuito de líderes europeos.

Este cambio de rumbo no es exclusivo en Italia; líderes de partidos de ultraderecha en toda Europa, incluyendo a Vox en España, han suavizado sus posturas antieuropeas para ganar influencia en el parlamento. El Primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, habla ahora de que los "patriotas" deben ocupar Bruselas como única opción, mientras Marine Le Pen, líder de Identidad y Democracia en Francia, sigue la estrategia de Meloni para mejorar su imagen en Europa y obtener fotos en Francia.

A pesar de este aumento en su apoyo electoral, sus programas electorales están repletos de propuesta que desafían la legislación comunitaria.