El Gobierno de Ucrania ha llamado a las armas a los hombres y solo permite abandonar el país a mujeres y niños. Sin embargo, hay muchas ucranianas que han decidido quedarse a luchar contra Rusia.

Así, hemos podido ver a mujeres fabricando cócteles molotov y a otras que incluso han regresado a Ucrania para combatir a los rusos. Julia, que ya estaba a salvo en Praga, es una de ellas: "Quiero unirme al ejército", afirma esta joven, que insiste: "Si alguien me da un arma, lucharé, no tengo miedo. Puedo disparar, dispararé a los solados rusos".

La diputada Kira Rudik también se ha preparado para luchar y ha aprendido a utilizar un Kalashnikov, algo que, según ella misma ha reconocido, hace unos días ni siquiera habría imaginado. "Nuestras mujeres protegerán nuestra tierra de la misma manera que nuestros hombres", afirma, llamando a las mujeres a unirse a la lucha armada.

Por su parte, Irina Tsvila, escritora y militar, fallecía combatiendo contra los rusos en la defensa de Kiev.

Como ellas, el 17% del ejército ucraniano lo forman mujeres, unas 36.000. Un número que ha crecido ante la amenaza rusa y muchas de las cuales se han ofrecido voluntarias en los últimos meses. A finales de año, el Gobierno de Zelenski amplió las profesiones que deberían registrarse en la reserva de las Fuerzas Armadas incluyendo a bibliotecarias o periodistas, mujeres de entre 18 y 60 años aptas para el servicio militar.

Sin embargo, también hay muchas civiles, a menudo sin formación, dispuestas a combatir: algunas tenían claro desde hace tiempo que defenderían a su país frente al Kremlin fueran cuáles fueran las instrucciones de su Gobierno y llevan semanas entrenando: mujeres de todas las edades y clase social han aprendido con un instructor a manejar fusiles de asalto y están preparadas y dispuestas a quedarse para proteger a los suyos.