No es raro encontrar a un político en el ejercicio de sus funciones, pero ¿ver a uno disfrazado? Eso sí que capta la atención. La reciente aparición del candidato popular a la Xunta de Galicia, Alfonso Rueda, emulando a Gandalf ha dejado claro que, entre bastidores, algunos políticos se transforman en auténticos maestros del disfraz. Esta práctica, lejos de ser un mero entretenimiento, revela una faceta distinta de quienes están acostumbrados a los trajes formales y a las rigurosas agendas políticas.

La tradición de disfrazarse no es exclusiva de las fiestas populares. También ha encontrado un peculiar nicho en la política. Alberto Núñez Feijóo nunca ha dejado pasar el Entroido de Verín sin su participación estelar. Con un gusto particular por los disfraces que incluyen chaqué y sombrero, ya sea de copa o bombín, adornado con brocado o lentejuelas, el líder del PP ha llegado a personificar al apóstol Santiago o a un pirata, demostrando que la política y la creatividad pueden ir de la mano.

Andoni Ortuzar y José Manuel Soria han tomado, en cambio, la delantera en cuanto a innovación y audacia se refiere. Desde Bruce Springsteen hasta Elvis Presley, pasando por Indiana Jones, estos políticos no solo se disfrazan, sino que se sumergen en auténticas 'performances' que trascienden el mero acto de vestirse. Estas apariciones no solo muestran su capacidad para conectar con el público de manera diferente, sino que también reflejan una osadía poco común en el ámbito político.

La clase política parece tener una predilección especial por los personajes históricos. José María Aznar, disfrazado del Cid Campeador, o Artur Mas como Sant Jordi, son pruebas de cómo el poder y la historia se entrelazan en narrativas visuales impactantes. Rosa Díez, transformada en Catalina de Aragón, añadió una dimensión más a este fenómeno, mostrando que el disfraz permite explorar otras identidades y épocas, y enriqueciendo la conexión con el público a través de referencias culturales compartidas.

Ada Colau y Isabel Díaz Ayuso también han ejemplificado cómo la creatividad en el disfraz no conoce límites: desde la lucha contra la especulación inmobiliaria disfrazada de 'supervivienda' hasta anticiparse al fenómeno Barbie en el carnaval de Torrejón, respectivamente.