Objetivo: denigrar a EEUU

China prepara un desfile militar que habla más de lo que dice: los tres mensajes que el mundo no puede ignorar

La otra cara El desfile militar de Pekín no solo conmemora la Segunda Guerra Mundial: es una demostración de poder que combina fuerza militar, respaldo de aliados autoritarios y un mensaje nacionalista diseñado para distraer a la población y reforzar la imagen del Partido Comunista.

China prepara un desfile militar que habla más de lo que dice: los tres mensajes que el mundo no puede ignorar

Lo llaman desfile militar, pero en realidad será algo mucho más grande. China se prepara para conmemorar el 80 aniversario de la rendición de Japón en la Segunda Guerra Mundial y lo hará con un espectáculo de poder que busca impresionar a su pueblo… y asustar a sus rivales. Porque detrás de la parafernalia, los uniformes planchados y los tanques relucientes, lo que se esconde es un mensaje directo a Estados Unidos y Occidente: el tablero mundial está cambiando.

Primer mensaje: músculo militar

China quiere enseñar sus armas más nuevas, y lo hará sin disimulo. Presentará sus misiles hipersónicos 'Disparo de Águila', tan rápidos que —según presumen— ninguna defensa puede detenerlos. Son capaces de hundir cualquier portaviones, incluidos los que Estados Unidos tiene desplegados en el Pacífico para contener un posible ataque sobre Taiwán. El estreno se completa con un dron de combate de última generación, una pieza clave para demostrar que el Ejército chino está a la vanguardia tecnológica.

No es un simple desfile: es un aviso. Una forma de decirle a Washington que, si antes dominaba el Pacífico, eso podría estar a punto de cambiar.

Segundo mensaje: no estamos solos

El otro golpe de efecto será la foto. Xi Jinping se dejará ver acompañado de 25 líderes internacionales, de los cuales 18 están señalados por vulnerar los derechos humanos. Entre ellos, tres figuras que comparten poco salvo su animadversión hacia Estados Unidos: Vladímir Putin, Kim Jong-un y el presidente iraní Masoud Pezeshkian. Nunca habían coincidido en un acto de este calibre.

Ese será el momento que China quiere inmortalizar: una superpotencia rodeada de aliados autoritarios que desafían abiertamente a Occidente. El mensaje diplomático es claro: China ya no es un gigante aislado, es el epicentro de un bloque alternativo.

Tercer mensaje: un guiño al pueblo chino

Puertas adentro, el desfile también busca reforzar la moral. La economía china atraviesa un periodo difícil y el Gobierno recurre al nacionalismo para mitigar las críticas. Durante semanas se han estrenado películas que retratan al ejército japonés como brutal y salvaje, preparando el terreno para un discurso en el que Xi Jinping volverá a glorificar al Partido Comunista como el gran vencedor de la Segunda Guerra Mundial frente a Japón.

El objetivo es avivar el patriotismo y recordar a la población que, según China, Occidente no valora suficientemente su papel en aquella victoria.

Autocracias en bloque

Lo llamativo es que, detrás del despliegue, los protagonistas comparten un mismo patrón: poder militar descomunal, ansias de revancha y poco respeto por las libertades más básicas.

  • En China, no hay libertad de expresión, el Gobierno controla desde los móviles hasta los medios y solo permite cinco religiones oficiales. Activistas y sus familias sufren acoso y tortura.
  • En Rusia, los opositores pueden ser declarados "agentes extranjeros" o "indeseables", una etiqueta legal que abre la puerta a la persecución y la censura.
  • En Corea del Norte, la ONU habla de un "país claustrofóbico": no hay libertad de movimiento, se institucionaliza el trabajo forzado y se calcula que más de 100.000 personas están desaparecidas.
  • En Irán, las libertades civiles se reducen al mínimo, especialmente para mujeres y minorías, con una represión sistemática contra disidentes y activistas.