En medio de un mar de preocupaciones y descontento, los ciudadanos británicos se enfrentan a una realidad desalentadora bajo el liderazgo de los conservadores, quienes han gobernado durante 14 años. Según encuestas recientes, ocho de cada diez británicos consideran que la situación del país es muy o bastante mala. La crisis más apremiante es la del Sistema Nacional de Salud (NHS), con listas de espera que superan los 7 millones y medio de intervenciones pendientes solo en Inglaterra, acompañadas de huelgas y una falta alarmante de personal con más de 100.000 puestos sin cubrir.
Desde 2008, los salarios han aumentado en un 2%, dejando a los trabajadores británicos rezagados frente a una inflación desbocada que ha elevado los precios de la comida en un 31% y de la energía en un 53%. La vivienda sigue siendo un sueño inalcanzable para muchos, con una burocracia que paraliza la construcción de nuevas viviendas. Mientras tanto, la desigualdad se profundiza: las 50 familias más ricas del país poseen una riqueza combinada mayor que la de 33 millones de compatriotas.
La decisión de abandonar la Unión Europea ha exacerbado los problemas económicos, con un costo estimado de 118.000 millones de euros anuales debido a la caída en las exportaciones y el aumento de los controles fronterizos. Los recortes en el gasto público han afectado gravemente las infraestructuras, la educación, y la seguridad, con una reducción del 25% en el presupuesto policial desde 2010 y una administración judicial que languidece.
Expertos advierten que, incluso si los conservadores pierden el poder tras una larga hegemonía, la esperanza de una rápida recuperación bajo el liderazgo laborista parece incierta. Con problemas que van desde la contaminación de los ríos hasta la privatización de servicios esenciales como el suministro de agua, Reino Unido enfrenta un futuro incierto mientras lucha por reconstruir un país fracturado.
Esta es la realidad de un Reino Unido que muchos describen como "roto" ('broken britain'), donde las promesas electorales han quedado atrás y la desesperanza se cierne sobre millones que anhelan tiempos mejores
El TS aún podría imputarlo
Ábalos lo niega todo porque puede hacerlo (de momento): su condición en el caso es crucial
¿Qué niega? Ábalos niega las acusaciones de amaño de contratos, corrupción, recibir comisiones y vínculos con empresas relacionadas con su ministerio. También desmiente estar involucrado en la compra de un chalé y en el pago de un apartamento a su pareja.