Francia ha movilizado de nuevo a 45.000 policías y gendarmes, preparados para una nueva noche de disturbios. La violencia desencadenada en muchas ciudades francesas por la muerte de Nahel, de 17 años, asesinado por un policía en Nanterre, ha disminuido en las últimas 24 horas, pero la tensión entre las fuerzas de seguridad sigue siendo la misma y varias localidades mantienen el toque de queda. Macron se reúne este martes con los alcaldes de los 220 municipios afectados por esta violencia.

No es la primera vez que los suburbios de las grandes ciudades francesas arden. Son los suburbios de las grandes ciudades francesas, enormes barriadas en los anillos exteriores más allá de las autopistas, donde viven hijos y nietos de inmigrantes. Estos barrios se crearon en los años 60 para concentrar a la población obrera, en su mayoría inmigrantes africanos: argelinos, tunecinos y senegaleses. Y allí se desarrollaron las 'cité', zonas con enormes edificios que albergan hasta 50 apartamentos por planta.

Son lugares apartados y mal comunicados, un total más de 1.500 barrios franceses en los que viven más de cinco millones y medio de personas. Fueron retratados en el cine por primera vez en la película 'El Odio', de mediados de los 90. En estos guetos, las tasas de riesgo de pobreza superan el 40%, frente al 15% del resto del país. El paro duplica el del resto del país y las tasas de delincuencia en las zonas más periféricas de dentro de ese extrarradio son altas.

Estos barrios han sido el foco de dos grandes revueltas. La primera, en octubre de 2005, concretamente en Clichy-sous-Bois, muy cerca de París, donde dos adolescentes murieron electrocutados cuando huían de la policía. Su muerte desató tres semanas de protestas que llevaron al entonces presidente Jacques Chirac a decretar el estado de emergencia tras la muerte de tres personas y más de 6.000 detenciones.

En 2017 hubo otra oleada de protestas en las 'banlieu'. Un joven de 22 años fue sodomizado por un policía en una detención tras un control ordinario. Fue golpeado, violado y gravemente herido. Tras las enormes protestas el presidente, François Hollande, fue a visitar al joven al hospital e hizo público que los policías habían sido apartados.

Estos barrios son ahora el blanco de la ultraderecha de Marine Le Pen, pero en otros momentos lo fueron de Nicolas Sarkozy. Prometió limpiarlos y acudió a increpar en persona a sus vecinos. Los jóvenes que viven en estos barrios consideran que Francia les ha dado la espalda, que los ahoga en esos suburbios y tienen un sentimiento claramente antifrancés, no se sienten parte del país.