En el panorama político ruso, las elecciones han arrancado sin sorpresas. Vladimir Putin, el actual presidente, ha ejercido su voto de manera electrónica desde su despacho, simbolizando la modernidad pero, sobre todo, la certeza de su reelección. La ausencia de una verdadera competencia se palpa en el ambiente, reafirmada por el encarcelamiento, exilio o fallecimiento de cualquier oposición significativa. Los tres candidatos restantes apenas si representan un reto para el mandatario.

Los tres adversarios que han logrado pasar los rigurosos filtros electorales parecen cumplir más un papel en la estrategia de imagen de Putin que constituir una amenaza política real. Este escenario refuerza la percepción de democracia, aunque en una faceta tremendamente controlada y predecible. Entre los "problemas" a los que Putin se enfrenta está su propia imagen, recientemente cuestionada por su salud, con especulaciones sobre un posible Parkinson tras ser visto encorvado y sujetándose a una mesa.

A sus 71 años, Putin enfrenta a candidatos que, por comparación, le hacen parecer menos veterano. El candidato comunista, con 74 años, no hace sino reforzar la imagen de Putin como una opción más joven, a pesar de su largo historial en el poder. Este veterano diputado, que ya se enfrentó y perdió contra Putin en 2004, se presenta de nuevo, aunque sin expectativas de éxito.

En un intento de suavizar su creciente imagen radical, Putin se enfrenta a un candidato de la ultraderecha, conocido por sus posturas extremas y escándalos de acoso. Este enfrentamiento estratégico busca posicionar a Putin como una alternativa moderada, aunque sea en comparación con figuras aún más controversiales. La presencia de este candidato, apodado el Harvey Weinstein ruso, agrega un elemento de teatro político a las elecciones.

Finalmente, el desafío de Putin ante los votantes opuestos a la guerra en Ucrania se aborda con un candidato que se autodenomina pacifista, aunque sus propuestas sugieran lo contrario. Este enfoque, junto a la inexperiencia y baja popularidad de los tres candidatos, augura una victoria fácil para Putin, asegurando su liderazgo en Rusia por seis años más, sumándose a los 24 años ya transcurridos en el poder.