La respuesta de Vladímir Putin al envío de blindados occidentales a Ucrania no se ha hecho esperar: el portavoz del Kremlin ya ha augurado que estos tanques "arderán como lo han hecho el resto" y Moscú ha lanzado una nueva oleada de misiles contra el país vecino, un ataque masivo con 55 cohetes dirigidos a varias regiones ucranianas, de los que Kiev asegura haber derribado 47, aunque reconoce que ocho han impactado en las de por sí maltrechas infraestructuras energéticas.

La tercera fase de la respuesta de Putin ha sido otra amenaza más indirecta: su Ministerio de Defensa ha informado de un ensayo de ataque con misiles hipersónicos, realizado en un punto indeterminado del océano Atlántico, por donde surca la fragante Almirante Gorshkov. La embarcación comenzó su viaje hace 21 días, pero, tras confirmarse que los blindados occidentales llegarán a Ucrania, Rusia informó de que había ensayado cómo lanzar un ataque con misiles hipersónicos contra un objetivo enemigo.

El mandatario ruso presume de que ningún país posee algo parecido a estos misiles, llamados Zircon, y Rusia está en plena campaña de propaganda para contarle al mundo todos los detalles sobre estos misiles hipersónicos.

El aspecto del que Moscú presume especialmente es de su velocidad. Para que un misil sea considerado hipersónico debe viajar, al menos, 5 veces más rápido que la velocidad del sonido. Hace seis años Rusia informó de que había logrado que el Zircon volase a ocho veces la velocidad del sonido. Estamos hablando de 9.900 kilómetros por hora. Si esa información es precisa, el misil Zircon sería el más rápido del mundo.

El segundo aspecto fundamental es su alcance: según los medios de comunicación estatales en Rusia, puede impactar sobre un objetivo a 1.000 km de distancia. Las recientes pruebas en el Atlántico tenían fijado el objetivo a 900 kilometros y según el ejéricito ruso han sido satisfactorias.

El Zircon, por tanto, es muy rápido y puede impactar sobre un objetivo lejano, pero la clave de todo es que, según los medios rusos, no puede ser detectado por los radares. Y es que, durante el vuelo, el misil está completamente cubierto por una nube de plasma que absorbe los rayos de radiofrecuencia, lo que hace que el misil sea invisible para los radares. Esto permite que permanezca sin ser detectado en su camino hacia el objetivo.

Según Putin, nadie tiene nada parecido y, de hecho, desde hace algunos meses el Pentágono ha dado máxima prioridad a desarrollar misiles hipersónicos, ya que sabe que Moscú le ha tomado la delantera. China y Corea del Norte también están trabajando en proyectos de misiles hipersónicos.

Todos estos detalles suena muy amenazantes, pero hay que tener en cuenta que no hay forma de comprobar que los datos que ofrece Rusia sean del todo reales y que sus misiles tengan realmente esa capacidad de destrucción. La industria armamentísca de todos los países del mundo es muy opaca y Rusia no es la excepción.