Las declaraciones del rey emérito en el libro 'Mi rey caído' han dado mucho que hablar en España. En él, el emérito ha llegado a detallar que ya piensa en su entierro. Entre confesión y confesión, el emérito destaca que "ahora debe pensar en el suyo" tras elogiar otros dos entierros: el de Felipe de Edimburgo, que describe como "soberbio, muy emocionante y muy elegante", y el de su padre, don Juan de Borbón, que recuerda como "muy bonito".
Pero, ¿qué se sabe sobre el futuro entierro del rey emérito? laSexta Clave ha analizado algunas de las certezas. El periodista José María Rivero asegura que será como el de un príncipe de Asturias, con honores militares, como se establece en el protocolo, ya que a pesar de que a Juan Carlos I se le trata como rey, tras la abdicación su estatus es el de Príncipe de Asturias.
Los efectos prácticos en su funeral se traducirían, entre otras cosas, en menos cañonazos: si fuera rey y no emérito, se lanzarían cinco cañonazos el día de su muerte y todos los días, al alba y al ocaso, hasta su entierro. La tradición dicta siete días pero, como no lo es, tan solo tendría cuatro.
Las diferencias también serían evidentes respecto al funeral de don Juan de Borbón. Las salvas que se escucharon al salir el féretro no se escucharían hoy en el entierro de don Juan Carlos al ser protocolariamente considerado príncipe.
Otra diferencia se encontraría generales. Al cadáver de un rey lo escoltan generales. Al de Juan Carlos, hoy, no lo escoltarían generales. Y otra más, nuevamente relacionada con cañonazos. Cuando se le entierra, sueñan 21 cañonazos para un rey. Para Juan Carlos, al tener trato de príncipe, sonarían dos menos.
Sin embargo, su estatus podría cambiar. Ya hay precedentes en España. El funeral de don Juan de Borbón fue en categoría de rey, a pesar de que no le correspondía. Fue Juan Carlos I quien decidió darle ese estatus y por lo tanto se hizo. El presidente del Gobierno de aquel momento, Felipe González, lo sancionó.
El papel de este Gobierno en caso de que falleciera don Juan Carlos es el que le dará carácter oficial a su entierro. Si don Juan Carlos fallece, la casa real puede organizar un funeral íntimo, solo con la familia, con los honores militares que son obligados y marcados por la ley. Sin embargo, no tendría porque ser un acto oficial o de estado. Es el Gobierno quien le da este rango.
El luto oficial significaría que las banderas ondearían a media asta en los balcones de los edificios oficiales y habría banderas con un crespón negro dentro de los edificios con una duración de siete días. Además, se organizaría un acto de homenaje oficial al que se invitaría a las más altas autoridades del estado y al cuerpo diplomático.
Sobre el lugar de celebración aún reina la incertidumbre. Hay varios lugares que podrían albergar la ceremonia, como la capilla del Palacio Real, la Catedral de la Almudena, el Monasterio de El Escorial o los Jerónimos.
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